Rinitis y asma: posible implicación de la micobiota nasal
Según un nuevo estudio, los jóvenes que padecen enfermedades respiratorias crónicas como asma y rinitis tienen una micobiota nasal alterada. Este descubrimiento original podría abrir la puerta al desarrollo de nuevos tratamientos innovadores.
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Acerca de este artículo
Mientras que está bien documentada la estrecha relación entre las bacterias de la microbiota de la boca, nariz y garganta (microbiota ORL) y las enfermedades respiratorias crónicas, poco se sabe del papel que desempeñan los hongos en estas afecciones. Varios estudios indican que las comunidades fúngicas están implicadas en el asma, pero pocos se han interesado específicamente en los hongos presentes en las fosas nasales.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Oporto (Portugal) 1 decidió profundizar en el tema comparando las micobiotas nasales de personas con rinitis alérgica y/o asma con las de personas sanas. Para realizar esta comparación, tomaron muestras de las fosas nasales de 339 niños y adultos jóvenes portugueses divididos en 4 grupos según su estado de salud:
- rinitis alérgica (47 personas)
- rinitis alérgica + asma (155)
- asma (12)
- ninguna enfermedad respiratoria – grupo de control (125)
Un entorno fúngico significativamente diferente
A continuación, los científicos determinaron la composición taxonómica, las interacciones, la diversidad funcional y las vías metabólicas de los hongos mediante técnicas de secuenciación de nueva generación.
Resultados: en todos los participantes encontraron 14 géneros diferentes de hongos pertenecientes a dos familias, Ascomycota y Basidiomycota. Entre estos géneros, se identificaron hongos como Aspergillus, Candida y Penicillium, conocidos por ser alérgenos o patógenos oportunistas. Según los investigadores, esto demuestra que las fosas nasales constituyen un importante reservorio de agentes potencialmente causantes de rinitis alérgica o asma.
Otro hallazgo fue que la micobiota nasal de los participantes que padecían enfermedades respiratorias estaba significativamente alterada en comparación con la del grupo de control, con comunidades fúngicas más ricas y diversas. En cambio, las diferencias entre los distintos grupos de enfermos eran mínimas.
Por otro lado, las redes de interacción fúngicas también eran más complejas y tenían más conexiones, sobre todo en los pacientes con rinitis y asma combinados, lo que indica que los hongos influyen en el entorno inmunitario de la nariz.
La lactancia materna retrasa la maduración de la microbiota nasal, y eso es bueno para el asma
Según un estudio 2 reciente realizado con más de 2 000 lactantes menores de un año, la lactancia materna exclusiva durante más de tres meses favorece la maduración gradual de la microbiota intestinal del niño y la de sus fosas nasales. Esta colonización bacteriana lenta y progresiva de las mucosas protege al bebé de las infecciones respiratorias y reduce el riesgo de asma. Por el contrario, se considera que el destete prematuro favorece la adquisición demasiado precoz de determinados microorganismos, como Ruminococcus gnavus, cuya presencia se asocia a un mayor riesgo de asma.
Dianas terapéuticas en la mira
Cabe observar que tres vías metabólicas eran particularmente abundantes en la micobiota de las personas que padecían tanto asma como rinitis. Dichas vías se refieren a la producción de 5-aminoimidazol ribonucleótido o AIR, un producto intermediario en la biosíntesis de la purina que interviene en el metabolismo energético y la síntesis de ADN. Según los investigadores, el AIR podría constituir una futura diana terapéutica para el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades respiratorias alérgicas.
Sin embargo, antes de poder plantearse nuevas terapias, es necesario seguir investigando para comprender mejor el papel que desempeñan los hongos en la inflamación respiratoria. Para ello habrá que llevar a cabo estudios longitudinales tomando varias muestras a lo largo del tiempo y teniendo más en cuenta las variables específicas de cada paciente como son la severidad de la enfermedad, los tratamientos administrados, etc.