Cuando el sueño del lactante depende de unas bacterias
Los pediatras ahora podrán responder a los jóvenes padres extenuados debido a su lactante noctámbulo: también en el niño, el sueño estaría relacionado con la microbiota intestinal... y los dos influirían en su comportamiento futuro.
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Acerca de este artículo
Un eje sueño-cerebro-intestino. Es lo que acaba de descubrir un estudio reciente. Ya se sabía que, en el adulto, el sueño y la microbiota estaban doblemente relacionados: la alteración del sueño nocturno modifica la composición de la microbiota intestinal y, al revés, la composición de la microbiota intestinal tiene un impacto sobre el sueño. Sin embargo, no se conocía la edad a la que se establece esta relación bidireccional entre el sueño y la microbiota intestinal, y sus eventuales consecuencias sobre el desarrollo.
Esto justificó un estudio longitudinal a los 3, 6, 12 y 24 meses en 162 lactantes sanos.
Un sueño conectado a la microbiota intestinal desde los 3 meses
Primera confirmación: la composición de la microbiota intestinal evoluciona bien a partir de los 6 meses. La mayoría de los niños seguidos experimentaron un cambio de una microbiota hasta entonces dominada por Bifidobacterium (enterotipo A) a una microbiota rica en Bacteroides (enterotipo B), con un aumento de la (sidenote: Diversidad α Una medida que indica la diversidad de una muestra única, es decir el número de especies distintas presentes en cada sujeto. Hamady M, Lozupone C, Knight R. Fast UniFrac: facilitating high-throughput phylogenetic analyses of microbial communities including analysis of pyrosequencing and PhyloChip data. ISME J. 2010 Jan;4(1):17-27. ) .
Una reserva de los autores: este estudio solo encuentra 2 enterotipos (frente a los 3 de otros trabajos), quizá debido a la homogeneidad de la cohorte (niños suizos nacidos a término por vía vaginal, amamantados, no tratados con antibióticos...).
Pero, sobre todo, el estudio muestra una relación entre los hábitos de sueño y la microbiota intestinal desde los 3 meses:
- el sueño diurno (duración, número de siestas y su regularidad) se asocia negativamente a la diversidad bacteriana: los lactantes que duermen más durante el día tienen una diversidad intestinal más baja;
- la fragmentación y la variabilidad del sueño nocturno tienen relación con la madurez bacteriana y el enterotipo: los lactantes que tienen una microbiota intestinal más madura presentan una actividad nocturna más elevada (más despertares nocturnos). Por otra parte, su enterotipo no evoluciona del enterotipo A hacia el B entre los 6 y los 12 meses.
¿Están relacionados el sueño, el cerebro y el intestino?
Además, la actividad cerebral analizada mediante electroencefalogramas nocturnos efectuados a los 6 meses ofrece mucha información.
En primer lugar, los lactantes con una microbiota dominada por Bifidobacterium presentarían menos sueño de ondas lentas («sueño ligero»).
En segundo lugar, la calidad del sueño a los 6 meses predice la diversidad bacteriana de la microbiota intestinal al año. Más ondas theta a los 6 meses presagian una menor diversidad bacteriana a los 12 meses.
Por último, la microbiota intestinal a los 6 meses y, sobre todo, el sueño a los 6 y los 12 meses predicen el desarrollo comportamental de los niños a los 24 meses.
Estos resultados demuestran la existencia de una interacción dinámica entre el sueño, la microbiota intestinal, la maduración del cerebro y el comportamiento durante la primera infancia. Es decir, el concepto de un eje sueño-cerebro-intestino. Con un corolario clínico: dado que numerosas enfermedades de la edad adulta se inician durante la primera infancia, el control del sueño y de la microbiota del niño (pre y probióticos, impacto de la antibioterapia) en la primera infancia parece primordial.