Encefalomielitis miálgica: fatiga con la firma de F. prausnitzii
Según dos estudios publicados en la revista Cell Host & Microbe, una reducción de la abundancia de bacterias F. prausnitzii en el intestino parece ser la firma del síndrome de fatiga crónica.
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Acerca de este artículo
Agotamiento, malestar después del esfuerzo, alteraciones de la memoria, dolor, disfunción gastrointestinal, anomalías inmunitarias, trastornos del sueño: este es el conjunto de síntomas que caracteriza el síndrome de fatiga crónica, también llamado encefalomielitis miálgica. Aún no se comprende muy bien esta enfermedad discapacitante y crónica, que afecta entre el 0,4% y el 2,5% de la población, especialmente mujeres de 20 a 40 años. Sin embargo, la comunidad científica se interesa por el papel de la comunicación intestino-cerebro 1 en esta enfermedad y, en especial, por la implicación de la microbiota intestinal. Dos artículos recientes publicados en la revista Cell Host & Microbe 2,3 se centraron en los cambios que tienen lugar en la comunidad microbiana con el objetivo de mejorar la comprensión de la enfermedad e identificar biomarcadores.
Entre el 0,4% y el 2,5% La prevalencia mundial de la EM/SFC se sitúa entre el 0,4% y el 2,5%.
20 a 40 años Esta enfermedad se declara principalmente en adultos de 20 a 40 años.
Responsables potenciales: bacterias productoras de butirato
El primer estudio se basa en análisis metagenómicos y metabolómicos de muestras fecales de 106 pacientes afectados y 91 controles sanos, que vivían en 5 estados estadounidenses. Este estudio revela una grave disbiosis intestinal en los enfermos, con diferencias entre los dos grupos en términos de diversidad, cantidad, vías biológicas funcionales e interacciones entre las comunidades microbianas. Concretamente, en caso de fatiga crónica se observa una disminución la abundancia de Faecalibacterium prausnitzii y Eubacterium rectale, dos bacterias beneficiosas productoras de butirato. Análisis complementarios confirmaron la reducción de la síntesis bacteriana de butirato en los enfermos. Cuanto más disminuye F. prausnitzii, más intensa es la fatiga.
Enfermos de corta duración frente a larga duración
El segundo estudio, también estadounidense, incluyó a 149 enfermos y 79 controles sanos, con la particularidad de distinguir dos grupos: 75 pacientes que llevaban menos de 4 años con la enfermedad y 74 pacientes enfermos durante más de 10 años. Los investigadores observaron también una grave disbiosis intestinal, sobre todo en los enfermos de corta duración, con una disminución de F. prausnitzii. En los pacientes que llevaban más de 10 años con la enfermedad, la microbiota intestinal se parecía más a la de los controles sanos (aunque con algunas diferencias notables en lo referente a ciertas especies poco abundantes y en términos de heterogeneidad), lo cual sugiere que los pacientes volvieron a una relativa homeostasis.
En cambio, estos pacientes enfermos durante largo tiempo presentan síntomas clínicos más intensos y un metabolismo más alterado que los otros pacientes, incluso en el sistema inmunitario. De ahí la hipótesis de los investigadores: la fatiga crónica podría empezar con una pérdida de bacterias beneficiosas, sobre todo las productoras de butirato, que produciría modificaciones metabólicas en el huésped. Estas modificaciones podrían conducir, en algunos sujetos, a cambios metabólicos y fenotípicos irreversibles y a una alteración prolongada del estado de salud.
Sin embargo, con el fin de eliminar sesgos potenciales en el análisis, será necesario realizar investigaciones adicionales para confirmar esta hipótesis y abrir el camino hacia el desarrollo de nuevas herramientas de diagnóstico y –esperémoslo– a nuevos tratamientos.