Pr. Olivier Goulet : Trastornos gastrointestinales infantiles, la necesidad de actuar
El Profesor Olivier Goulet dirige el departamento de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición del Hospital Infantil Necker de París. Sus especialidades científicas incluyen, entre otras, el establecimiento de la microbiota intestinal en los niños desde su nacimiento. Este campo de investigación busca identificar los parámetros que podrían modificar o alterar la colonización temprana y estudiar sus efectos en la aparición de determinadas enfermedades.
Espacio para el público general
Encuentra aquí tu espacio dedicadoen_sources_title
en_sources_text_start en_sources_text_end
Capítulos
Acerca de este artículo
TRASTORNOS GASTROINTESTINALES INFANTILES : LA NECESIDAD DE ACTUAR
¿Cuáles son los principales trastornos gastrointestinales infantiles que implican a la microbiota?
Por mi parte, distingo cinco de ellos: Los dos primeros son las afecciones infecciosas (o postinfecciosas) relacionadas con una infestación por patógenos, y las enfermedades inflamatorias intestinales, que se deben a un conflicto entre el sistema inmunitario y bacterias comensales. Sin embargo, la microbiota intestinal también interviene en alergias alimentarias, en trastornos funcionales (síndrome del intestino irritable, estreñimiento), así como en la obesidad. Queda por determinar si las disbiosis intestinales son la causa o la consecuencia de las enfermedades antes mencionadas. Cualquier modificación de la microbiota puede provocar cambios funcionales e incluso alteraciones orgánicas, y viceversa. En resumen, se considera que las infecciones pueden provocar disbiosis y que las enfermedades inflamatorias intestinales crónicas deben analizarse en ambos sentidos. Los mecanismos subyacentes de las alergias no son muy claros, pero podrían aparecer temprano, desde la fase de maduración del sistema inmunitario, mientras que en los trastornos funcionales del intestino o la obesidad, las modificaciones implicadas son más tardías y/o prolongadas.
¿Está la población francesa particularmente expuesta a este tipo de enfermedades?
Si bien los hallazgos son inequívocos, no son inherentes a Francia. En cuanto a las enfermedades antes mencionadas, el aumento de su incidencia en los últimos 20 años puede calificarse, en mi opinión, de «epidemia». ¿Qué es lo que ha cambiado? El aumento del número de cesáreas y de prescripciones de antibióticos y compuestos antiácidos. Nuestra conducta alimentaria y la composición de nuestros alimentos, especialmente en lo que se refiere a conservantes, también desempeñan un papel importante. Todos estos elementos participan en la alteración de la microbiota intestinal. Aunque conviene evitar cualquier deducción simplista, un conjunto de argumentos y estudios indican una correlación entre tales cambios y el aumento significativo de ciertas enfermedades infantiles. Esta cuestión cobra una importancia especial en pediatría ya que los acontecimientos que ocurren al nacer o durante la infancia pueden influir en la composición de la microbiota y tener repercusiones en la salud a largo plazo.
«conviene adoptar una auténtica "cultura de prevención" que incorpore la protección de la microbiota intestinal»
¿Cómo remediar esta situación y mejorar el tratamiento de los pacientes?
Para los profesionales sanitarios, lo urgente es facilitar y reducir los costos de acceso a métodos de análisis metagenómico de la microbiota intestinal. Esto permitiría llevar a cabo comparaciones cualitativas de la composición de la microbiota de un mismo sujeto ante distintas circunstancias. Mediante la identificación de las variaciones entre la «microbiota de referencia» y la microbiota observada durante la enfermedad, se podrían descubrir mecanismos fisiopatológicos y desarrollar respuestas terapéuticas personalizadas o selectivas. A este respecto, los probióticos parecen eficaces en algunos trastornos intestinales y esta pista merece más investigación. Algunos países están empezando a interesarse en esta cuestión y Francia no debe quedarse rezagada, sobre todo dentro de la Unión Europea. Por otro lado, conviene adoptar una auténtica «cultura de prevención» que incorpore la protección de la microbiota intestinal con el apoyo de las autoridades públicas. Esto contribuiría a limitar la exposición a factores de riesgo capaces de causar disbiosis (cesárea, antibióticos, antiácidos, alimentación inadecuada, etc.) y a reducir la incidencia de ciertas enfermedades que se observan desde la edad pediátrica.