Microbiota urogenital: el espectro de las micosis o infecciones del tracto urinario después de cada tratamiento con antibióticos
Un círculo vicioso. Las infecciones del tracto vaginal, como la candidiasis vulvovaginal, suelen aparecer después de la terapia con antibióticos y, a veces, después de la administración de antibióticos que se utilizan comúnmente para tratar esas mismas infecciones. La situación no es mejor en el caso de las infecciones del tracto urinario: los antibióticos que se utilizan habitualmente para tratarlas se han convertido en un factor de riesgo para su aparición.
Espacio para el público general
Encuentra aquí tu espacio dedicadoen_sources_title
en_sources_text_start en_sources_text_end
Capítulos
Acerca de este artículo
Autor
Históricamente, y hasta los últimos trabajos científicos, la orina se consideraba estéril. Comparado con otras microbiotas, este ecosistema tiene poca biomasa1. Aunque todavía no se ha llegado a un consenso sobre la composición exacta, se han identificado unas 100 especies de 4 filos principales (Proteobacteria, Firmicutes, Actinobacteria y Bacteroidetes)2. Y aunque el papel de la microbiota urinaria es actualmente objeto de debate, se entiende bien que la disminución de la diversidad parece ser un factor de riesgo para las infecciones del tracto urinario.
10 y el 30 %
Después de un tratamiento con antibióticos, entre el 10 % y el 30 % de las mujeres padecen una candidiasis vulvovaginal.5
Sin embargo, la microbiota vaginal se beneficia por otro lado por tener una baja diversidad y estar dominada en gran medida por los lactobacilos3. A pesar de la considerable variabilidad entre las mujeres, se han descrito 5 clases de comunidades bacterianas (CST, por su sigla en inglés) en la flora vaginal: 4 dominadas por una o varias especies del género Lactobacillus (L. crispatus, L. gasseri, L. iners o L. jensenii) y una polimicrobiana4. En ambos casos, la disbiosis posterior al tratamiento con antibióticos puede aumentar el riesgo de infección5.
Un espectro de hongos en cada tratamiento con antibióticos
Esto es lo que temen muchas mujeres que están siendo tratadas con antibióticos: padecer una candidiasis vulvovaginal post-antibiótica. Esta ansiedad está más que justificada: se cree que la terapia antibacteriana, ya sea sistémica o aplicada localmente en la vagina, es uno de los principales factores que conducen a la candidiasis vulvovaginal5. Esta infección puede estar asociada a la alteración de la microbiota vaginal junto con la proliferación del hongo Candida (C. albicans en la mayoría de los casos). Los signos clínicos más comunes de esta infección son el prurito vulvar, una sensación de ardor acompañada de dolor o la irritación vaginal que puede provocar dispareunia o disuria6.
El círculo vicioso de la vaginosis becteriana
Aunque su etiología sigue sin estar clara,la disbiosis producida por antibióticos podría formar parte de la aparición posterior de la vaginosis bacteriana (VB), la principal forma de infección vaginal: los lactobacilos dominantes son suplantados por la flora polimicrobiana derivada de numerosos géneros bacterianos (Gardnerella, Atopobium, Prevotella, etc.). Se podría iniciar un círculo vicioso: si bien se pueden utilizar antibióticos para tratar la VB, estos también se encuentran entre los numerosos factores de riesgo asociados a este tipo de infección, junto con los antecedentes sexuales, las duchas vaginales, el uso de anticonceptivos, la edad, la etapa del ciclo menstrual, el consumo de tabaco, etc7.
Microbiota urunaria: un caso ilustrativo de resistencia a los antibióticos
Las infecciones de las vías urinarias (IVU) afectan a millones de personas, tanto hombres (una tasa de incidencia anual del 3 % en los EE. UU.) y mujeres (10 %) cada año8. Las IVUs recurrentes contribuyen en gran medida a esta incidencia: a pesar de que reciben una terapia antibiótica adecuada, más del 30 % de las mujeres sufrirán una infección en los 12 meses siguientes8. Las IVUs son cada vez más difíciles de tratar debido a la rápida propagación de la resistencia a los medicamentos entre los microorganismos gram-negativos, en particular la ECUP (Escherichia coli uropatógena), que causa aproximadamente el 80 % de las IVU8.
Infecciones del tracto urinario: ¿qué recetar?
Según la actualización del 2017 de las directrices clínicas alemanas sobre el manejo de las infecciones del tracto urinario sin complicaciones en pacientes adultos9 :
-
“Para el tratamiento de la cistitis aguda sin complicaciones, se recomiendan por igual la fosfomicina-trometamol, la nitrofurantoína, la nitroxolina, el pivmecilinam y el trimetoprim (según la tasa de resistencia local). El cotrimoxazol, las fluoroquinolonas y las cefalosporinas no se recomiendan como antibióticos de primera elección, debido a la preocupación por la posibilidad de un efecto desfavorable en el microbioma.
-
En el caso de las cistitis agudas sin complicaciones con síntomas leves a moderados, en lugar de los antibióticos, se puede considerar la posibilidad de aplicar un tratamiento sintomático solamente, según la preferencia del paciente, después de analizar los posibles eventos adversos y los resultados.
-
Se recomiendan principalmente opciones no antibióticas para la profilaxis de las infecciones recurrentes del tracto urinario”
Paradójicamente, los antibióticos de amplio espectro utilizados para tratar las IVU tanto extrahospitalarias como intrahospitalarias se han convertido en un factor de riesgo para su aparición8. Se sospecha que existen mecanismos que involucran tanto a la microbiota intestinal como a la vaginal: en el intestino, el último reservorio de la ECUP, la exposición a los antibióticos aumenta la inflamación y favorece la proliferación de E. coli; en la vagina, disminuye la colonización por especies de Lactobacillus que suprimen la invasión vaginal de la ECUP y la posterior ascensión bacteriana desde la vagina hacia el tracto urinario. Por eso, los expertos recomiendan hoy en día que se usen con precaución y que se desarrollen tratamientos que no destruyan la microbiota8.
Caso clínico
del Dr. Jean-Marc Bohbot, MD, PhD
-
Solène, de 18 años, consulta por una candidiasis vulvovaginal recurrente. Durante unos 3 meses, sufre de candidiasis recurrente (2 episodios por mes) con abundante leucorrea e intenso prurito vulvovaginal. Estos episodios afectan de forma muy negativa a su vida diaria, sin mencionar su vida sexual.
-
Una muestra vaginal confirmó la presencia de Candida albicans con una microbiota vaginal intermedia (6 en la puntuación de Nugent). Solène tiene una pareja habitual que no experimenta ningún síntoma. Ella no es diabética. La candidiasis apareció unas semanas después de que comenzara un tratamiento diario con antibióticos (ciclinas) para el acné. Estos antibióticos promueven la disbiosis vaginal y facilitan la aparición de hongos.
-
Después de consultar al dermatólogo, le reemplazaron las ciclinas orales por un tratamiento local: la candidiasis desapareció en 2 semanas.
En los casos de acné, el uso de antibióticos debe limitarse o acompañarse de remedios probióticos para preservar el equilibrio de la microbiota vaginal.