El gluten, componente importante del trigo, la cebada y el centeno, es una mezcla de proteínas, la mayoría de ellas insolubles e indigestas. Éstas se acumulan en el intestino, donde pueden interactuar con el sistema inmunitario afectando a la permeabilidad intestinal y modificando la actividad de la microbiota. Únicamente la auténtica intolerancia al gluten, conocida como “enfermedad celíaca”, precisa la exclusión definitiva del gluten de la dieta.
Dieta pobre vs. dieta rica en gluten
En respuesta al gran entusiasmo popular por la dieta sin gluten, los investigadores llevaron a cabo un estudio en el que participaron 60 adultos sanos y que comparó una dieta pobre y una dieta rica en gluten (2 y 18 g al día, respectivamente). Las dos dietas, de ocho semanas de duración cada una, se administraron separadas por un período mínimo de 6 semanas durante el cual se reanudó la dieta habitual (12 g de gluten al día). En ambos grupos, los aportes alimenticios fueron equivalentes (número de calorías y nutrientes, cantidad de fibra alimentaria) y las dietas únicamente se diferenciaron por el tipo de fibra ingerida.
Beneficios inesperados
Los resultados demuestran que la dieta sin gluten modifica la composición de la microbiota intestinal (notable descenso de la cantidad de bifidobacterias) pero sobre todo modula su actividad. Los participantes en el estudio informaron tener un mayor bienestar digestivo y menos distensión abdominal, así como una leve pérdida de peso. Además, se observó un ligero descenso de la inflamación, muestra del efecto en el sistema inmunitario. ¿Podemos interpretar todos estos beneficios como argumentos a favor de una dieta pobre en gluten? No del todo: parece que estos beneficios se deben más a la mayor diversidad de la fibra ingerida que a la disminución del consumo de gluten, puesto que excluir los productos que contienen gluten requiere recurrir a otras fuentes de fibra como las verduras, el arroz, el maíz o la quinoa. No obstante, según los investigadores, no es la eliminación del gluten, sino la composición de estas fuentes de fibra, lo que tiene un efecto positivo en la microbiota. Advierten, además, que no se trata en absoluto de incitar a la población a seguir una dieta pobre en gluten pero que una alimentación más variada siempre resulta beneficiosa, como suelen recalcar los nutricionistas.