Palabra de experto : Dr Julie Lemale
La doctora Julie Lemale es gastropediatra en el hospital Armand Trousseau de París (AP-HP) y miembro del consejo de administración del Grupo Francófono de Hepatología-Gastroenterología y Nutrición Pediátricas (GFHGNP). Explica la importancia de tener en cuenta la microbiota digestiva y preservarla en niños con diarrea.
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Modulación de la microbiota intestinal: ¿prevención y tratamiento a la vez?
Sí, es muy posible. Más allá de las medidas higiénico-dietéticas clásicas y sobre todo, de la rehidratación, dos probióticos (la levadura Saccharomyces boulardii y la bacteria Lactobacillus rhamnosus GG (LGG)) parecen capaces de prevenir la diarrea asociada a antibióticos en pacientes de alto riesgo (lactantes, niños con otras enfermedades…). Por ello los recomiendan los expertos del Comité Europeo de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátricas (ESPGHAN). Además, podrían también prevenir la diarrea nosocomial en niños hospitalizados o que viven en colectividad:según algunos datos esperanzadores pendientes de confirmar, el riesgo se reduciría hasta un 15% en algunos estudios. En el contexto de una gastroenteritis, como tratamiento complementario, S. boulardii reduciría un día la duración de la diarrea y disminuiría el riesgo de que persista más de 4 días; se consiguen los mismos efectos con determinadas concentraciones de Lactobacillus rhamnosus GG (LGG). En cuanto al trasplante de microbiota fecal, sólo está indicado en casos de infección resistente o recurrente por Clostridium difficile, lo cual ocurre muy raramente en niños.
¿Quedará alterada de forma permanente la microbiota de un niño tratado con antibióticos?
Es difícil de decir por ahora, ya que no existe ningún dato científico demostrable que permita afirmarlo. Sin embargo, la pregunta merece ser valorada. Tras un tratamiento antibiótico,la microbiota intestinal permanece alterada durante dos o tres meses. Después, se produce un proceso de normalización que tiende a restablecer la situación anterior, aunque la microbiota restaurada no resulte una copia exacta de la original. Como la toma repetida y/o prolongada de estas moléculas en niños pequeños compromete la organización de los microorganismos intestinales y del sistema inmunitario, esto podría tener consecuencias permanentes sobre la flora intestinal y, por tanto, sobre el riesgo de padecer ciertas enfermedades posteriormente a lo largo de su vida.
¿Cuáles son las perspectivas en materia de prevención y tratamiento?
La vacunación oral, sin ninguna duda. Ésta ha permitido reducir considerablemente el número y la gravedad de casos de diarrea por rotavirus. En este contexto, una de las perspectivas es hacer extensiva la primera dosis de esta vacuna a todos los bebés menores de 6 semanas. Después de esta edad, parece ser menos eficaz. Los investigadores trabajan también en desarrollar vacunas y cepas probióticas más eficaces: según algunos datos científicos, la respuesta inmunitaria de nuestro organismo dependería, entre otros factores, de nuestro “perfil bacteriano”. Nuestra microbiota intestinal, modulada y/o estimulada por probióticos, podría mejorar la respuesta a la vacuna contra el rotavirus.