¿Más naturaleza para una microbiota sin fisuras?
Existe una relación natural entre la biodiversidad y la microbiota. Un estudio finlandés –el primero de este tipo– demuestra los efectos beneficiosos de la naturaleza sobre la microbiota cutánea e intestinal de los niños pequeños y sobre su inmunidad.
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Acerca de este artículo
Es el reverso de la moneda de las sociedades modernas, ávidas de asfalto, detergentes, antibióticos y alimentos transformados: la microbiota cutánea e intestinal, que participa en nuestra salud y en nuestra inmunidad, se resiente. Debido a las agresiones externas y a una renovación inadecuada por falta de contacto con una diversidad suficiente de microbios, se puede romper el equilibrio de la microbiota, lo cual podría explicar la explosión actual de enfermedades del sistema inmunitario. ¿Y si bastara con sustituir el asfalto por más naturaleza para reforzar nuestras microbiotas? Es lo que sugiere un estudio finlandés realizado con 75 niños de 3 a 5 años que siguió un enfoque original: los investigadores “vegetalizaron” algunas guarderías de la ciudad (grava recubierta de césped, tierra procedente del bosque, bloques de turba para escalar, plantas) para observar el efecto de este entorno enriquecido en microorganismos.
El contacto con la naturaleza refuerza las microbiotas
Los resultados no dejan lugar a dudas. Después de tan solo 28 días y 90 minutos diarios en el exterior, se había reforzado la microbiota de los 36 pequeños finlandeses de los cuatro centros «potenciados con naturaleza», con un aumento de la diversidad y la cantidad de ciertas bacterias beneficiosas. El cambio fue tan drástico que la microbiota de la piel se volvió comparable a la de los otros 23 niños que acudían todo el año a guarderías que los llevaban cada día al bosque. Se observó la misma tendencia en el intestino: la microbiota de los niños de los centros vegetalizados evolucionó rápidamente hacia una mayor abundancia de bacterias productoras de ácidos grasos beneficiosos.
Inmunidad: ¡el poder de la biodiversidad!
Mejor aún, el sistema inmunitario de los niños también evolucionó hacia un perfil menos inflamatorio. Por lo tanto, todo parece sugerir que la introducción de la naturaleza en la guardería es beneficiosa para el sistema inmunitario de los pequeños; en contacto con los microorganismos de la tierra y los vegetales, sus defensas pueden desarrollarse de manera más equilibrada. Ahora ya no tiene ningún motivo para prohibir a sus hijos que escarben en la tierra o que se revuelquen en la hierba: ¡es bueno para su salud!