En la actualidad, más de la mitad de la población vive en entornos urbanos y esta proporción debería superar los dos tercios en 2050. La urbanización masiva ha producido cambios en varios ámbitos del estilo de vida: alimentación, arquitectura (utilización de materiales más industriales, menos naturales), menor exposición al medio exterior, a los animales, a los parásitos... Al mismo tiempo, se ha disparado la frecuencia de enfermedades metabólicas y autoinmunes, mientras que se ha reducido la diversidad de la microbiota humana. ¿Existe una relación de causalidad entre estos dos fenómenos?
De la aldea en medio de la selva a la metrópoli
Partiendo de esta hipótesis, un equipo estadounidense intentó medir los efectos de la urbanización en la composición microbiana (levaduras y bacterias esencialmente) de las viviendas y sus ocupantes. Su estudio se centró en cuatro localidades de Brasil, según un gradiente de urbanización creciente: Checherta, una aldea en medio de la selva; Puerto Almendra, un pueblo rural; Iquitos, una ciudad, y Manaos, una metrópoli. El análisis de las sustancias químicas y microorganismos presentes en las paredes de las viviendas, los suelos, las camas y las mesas, así como el de las microbiotas de sus propietarios (piel, nariz, boca e intestino) y sus mascotas permitió a los investigadores demostrar que los perfiles microbianos eran muy variados entre los diferentes lugares.
Perfiles microbianos muy variados
En las ciudades, las viviendas se caracterizan por la presencia de sustancias químicas derivadas de medicamentos, detergentes y geles de baño, que reflejan hábitos urbanos. También contienen más levaduras, probablemente debido a las condiciones propicias para su desarrollo (más calefacción, menos luz natural, mayor concentración de CO2) y a su menor sensibilidad a los antimicrobianos. Por último, se observan más bacterias de origen cutáneo y menos microorganismos de origen ambiental. En los individuos, no solo la urbanización sino también la subida del nivel de vida se acompañan de una disminución de la diversidad de los microorganismos. Según los autores, estos resultados esclarecen las relaciones funcionales entre estilo de vida, microbiota y salud. Por lo tanto, nuestra microbiota y nuestras viviendas ganarían mucho si estuvieran más en contacto con los microbios del medio exterior y con materiales de origen natural.