Guarderías vegetalizadas y microbiota: ¡el poder de las flores!
Hormigón armado…, pero microbiota desarmada. Es la paradoja de los espacios urbanos, donde escasea la naturaleza, lo que conduce a un aumento de las enfermedades autoinmunes en nuestros hijos. Un equipo de investigadores propuso vegetalizar los patios de las escuelas para equilibrar la microbiota. No solo funciona, sino que los beneficios son duraderos.
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Acerca de este artículo
Con la urbanización creciente que caracteriza nuestro estilo de vida, los niños están cada vez menos en contacto con la naturaleza en su entorno cotidiano. Esto no carece de consecuencias sobre la microbiota, puesto que la de los niños que residen en una zona rural es diferente de la de los niños que viven en una zona urbana. Esto podría explicar en parte la mayor incidencia de enfermedades autoinmunes en los niños de ciudad.
En 2020, los trabajos de un equipo finlandés demostraron el impacto positivo de la vegetalización de las guarderías sobre la microbiota de los niños durante un periodo de 28 días.
En 2021, este mismo equipo presentó nuevos resultados. Esta vez, siguieron a 61 niños en 6 centros y observaron los efectos sobre su microbiota durante 2 años.
Microbiota: la naturaleza siempre gana
El estudio de la composición microbiana de la superficie de los suelos de las guarderías y de la microbiota intestinal, salival y cutánea de los niños demuestra que la vegetalización de los espacios tuvo un impacto positivo sobre la composición microbiana. De hecho, las microbiotas cutánea, oral e intestinal de los niños evolucionaron de forma duradera hacia un nuevo equilibrio caracterizado por el desarrollo de bacterias beneficiosas.
En cambio, contenían menos microorganismos potencialmente patógenos.
¡Un resultado interesante cuando se sabe que una microbiota equilibrada contribuye al buen funcionamiento del sistema inmunitario!
Biodiversidad e inmunidad van a la par
Estos efectos, observados al cabo de 2 años, son muy prometedores y constituyen la base potencial de una estrategia de optimización de los espacios urbanos. Favorecer la reintegración de la biodiversidad en los entornos de hormigón podría contribuir a reducir la cantidad de microorganismos patógenos en las ciudades y, por lo tanto, las enfermedades relacionadas con un desequilibrio de la microbiota. Por supuesto, estas hipótesis merecen estudios complementarios para confirmar un impacto real sobre la incidencia de enfermedades relacionadas con el sistema inmunitario. Pero, mientras tanto, ¡dejemos que nuestros hijos se revuelquen en la hierba sin miedo!