Asma: ¡encuentre la dicha (respiratoria) en la granja!
Criarse en una granja podría tener un efecto protector contra el asma. El periodo crítico se sitúa durante los 12 primeros meses de vida gracias, al menos en parte, al entorno beneficioso para la microbiota intestinal y a la existencia de un eje intestino-pulmón.
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Acerca de este artículo
En estos tiempos en los que mucha gente de zonas urbanas piensa en mudarse al campo, una publicación reciente les incitará todavía más a hacerlo ya que muestra que criarse en una granja protege contra el asma. Los autores ya habían mostrado en un estudio anterior que algunos microorganismos del entorno interior del hogar tenían un papel protector. En este nuevo estudio, se interesaron en un periodo clave del desarrollo de los niños, a saber, el primer año de vida. Incluso antes de que nuestros peques cumplan su primer año, su exposición al entorno externo podría modelar el desarrollo de su microbiota intestinal, con posibles consecuencias a largo plazo, entre las cuales figura el riesgo de desarrollar asma.
Granja 1, asma 0
Para comprobar su hipótesis, los investigadores realizaron el seguimiento de una población de cerca de 1000 niños de zonas rurales de Europa, de los cuales la mitad había nacido en la granja y el 8% se había vuelto asmático entre el nacimiento y la edad de 6 años. Se tomaron muestras de heces a los 2 y 12 meses y se evaluaron las modificaciones ocurridas en la microbiota intestinal durante ese periodo.
Vida de campo, hombre sano: maduración de la microbiota
Los resultados lo confirman: pasar el primer año de vida en la granja reduce el riesgo de desarrollar asma más tarde durante la niñez. ¿Como explicar este fenómeno? El 19% del efecto protector del entorno «campesino» parece asociarse con la maduración de la microbiota intestinal. Los investigadores incluso lograron identificar determinados grupos bacterianos especialmente implicados que fabrican un compuesto beneficioso -el butirato- conocido por sus propiedades antiinflamatorias. Por otra parte, si bien ninguna bacteria destacó por su efecto protector, otras se asociaron con un mayor riesgo de asma.
Estos resultados confirman el concepto según el cual existe un eje de comunicación entre el intestino y los pulmones, similar al famoso eje intestino-cerebro, y alientan a adoptar medidas para prevenir enfermedades respiratorias y alérgicas durante el primer año de vida. Quizás estos resultados también inciten a algunas familias urbanas a responder a la llamada del campo o al menos a adoptar un estilo de vida menos «higienista».