Dr. Markus Egert : Probióticos, una opción terapéutica complementaria
Markus Egert es profesor de Microbiología e Higiene en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Furtwangen (Alemania). Sus principales ámbitos de investigación son la microbiota humana (intestino y piel) y la microbiota del entorno edificado. Estudió biología y ecología, y trabajó durante 4 años en el sector de los bienes de consumo y cosméticos.
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Probióticos: una opción terapéutica complementaria
Los microorganismos, considerados durante largo tiempo como una fuente de infección, actualmente se clasifican a menudo como «buenos» o «malos». ¿Conviene matizar este punto de vista maniqueo?
Los microbios no son ni «buenos» o «malos» ni nuestros «amigos» o «enemigos». No se les puede aplicar esta clasificación antropocéntrica. Incluso el microbio más inofensivo puede matar, si el sistema inmunitario está debilitado. No obstante, es bien sabido que existen numerosos microorganismos que pueden, en ciertas circunstancias, ser beneficiosos para su huésped, mientras que otros son generalmente patógenos.
Por ejemplo, Staphylococcus es muy abundante en la piel humana. S. aureus tiene una reputación bastante mala: se asocia a la infección de heridas y a numerosas enfermedades cutáneas; lleva numerosos genes de virulencia y su forma multirresistente (S. aureus resistente a meticilina o SARM) suscita una gran inquietud en los medios hospitalarios. En cambio, numerosos trabajos recientes mostraron que S. epidermidis puede estimular el sistema inmunitario y las defensas de la piel e incluso destruir las biopelículas de S. aureus. No obstante, S. epidermidis es una causa importante de infecciones asociadas a los implantes y también puede volverse multirresistente a los antibióticos (SERM), mientras que numerosas personas están colonizadas por S. aureus sin ningún problema. Por consiguiente, no siempre conviene reducir la proporción de S. aureus respecto a S. epidermidis en la piel para mejorar la salud cutánea, sino que se debe favorecer un equilibrio justo entre los dos.
En el ejemplo de la dermatitis atópica, ¿cuáles son los microorganismos implicados?
Si bien los microorganismos probablemente no son la causa principal de esta enfermedad, contribuyen de manera importante a ella. Las zonas cutáneas afectadas pueden caracterizarse por una disbiosis microbiana: mayor cantidad de S. aureus y menor presencia de bacterias cutáneas típicas como Cutibacterium y Corynebacterium. Es posible que S. aureus aproveche la debilidad de la barrera cutánea, inducida, por ejemplo, por una producción alterada de péptidos antimicrobianos cutáneos y/o mutaciones de los genes de la filagrina,1 que producen sequedad y agrietamiento de la piel. La piel inflamada generalmente se trata con antibióticos, con el riesgo de dañar intensamente la parte beneficiosa de la microbiota cutánea y provocar resistencia a los antibióticos. Los probióticos, que pretenden aumentar/ restablecer la cantidad de estafilococos coagulasa-negativos (ECN), se proponen como una estrategia opcional o complementaria.
¿Los probióticos tópicos u orales pueden prevenir o curar las enfermedades de la piel? ¿Cuál es actualmente y cuál será en el futuro su lugar en las estrategias terapéuticas?
La incorporación de microorganismos vivos (probióticos) sin duda puede tener una influencia beneficiosa sobre la salud del huésped, por ejemplo reduciendo la cantidad de patógenos o estimulando las defensas del huésped y su sistema inmunitario. Debido a la existencia de un eje intestino-piel, la toma oral de probióticos también puede tener un impacto positivo sobre la piel.
Sin embargo, en la mayoría de las grandes enfermedades de la piel (si no es que en todas), todavía no está claro el papel de la microbiota cutánea. Aunque se acompañan de cambios marcados en la estructura (composición de la comunidad) y la función (propiedades fisiológicas) de la microbiota cutánea, generalmente no queda claro si estos cambios son la causa o el efecto de la enfermedad subyacente. Es el clásico enigma del huevo o la gallina.
Por lo tanto, en mi opinión, aún es pronto para esperar que una simple crema o cápsula probiótica pueda aportar una contribución terapéutica significativa a la prevención o incluso a la curación de enfermedades graves de la piel. Además, las investigaciones realizadas en el tracto intestinal mostraron que, con respecto a los tratamientos químicos convencionales, los efectos de los probióticos son más bien leves y dependen de tantos factores que es difícil extrapolar de modelos animales extremadamente estandarizados al ser humano. La eficacia de los probióticos solo podrá demostrarse mediante estudios robustos. Sin embargo, aunque es demasiado temprano para pronunciarse sobre las enfermedades más graves, me parece que la aplicación de probióticos representa una opción terapéutica adicional en el tratamiento de las enfermedades cutáneas de poca gravedad y una estrategia valiosa para mejorar los productos de cuidado de la piel. Puesto que parece admitido que una microbiota equilibrada y diversificada es característica de una piel sana, resulta totalmente lógico preservar y proteger este estado, incluso recurriendo a probióticos, por ejemplo en el caso de una piel impura, sensible o pruriginosa, etc.
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