La prevención de la diabetes mediante la normalización de la glucemia (concentraciones de azúcar en sangre) se basa principalmente en la adopción de una dieta menos calórica y baja en azúcares. Sin embargo, parece que la glucemia después de comer (glucemia postprandial) no depende únicamente de la composición de los alimentos ingeridos, sino que varía de un individuo a otro en función de parámetros individuales (fisiológicos, genéticos y relacionados con la microbiota intestinal).
Análisis de pacientes diabéticos y de sujetos no diabéticos
Según un estudio israelí realizado en el año 2015 en personas predispuestas a la diabetes (con sobrepeso u obesas), las dietas adaptadas a parámetros individuales (como la flora intestinal) son más eficaces para disminuir la glucemia que el modelo estándar centrado únicamente en la cantidad de calorías y carbohidratos que contienen los alimentos. ¿Pero qué sucede en las personas diabéticas? Para averiguarlo, un equipo de investigadores de la Clínica Mayo probó este modelo personalizado en 327 adultos sanos procedentes de la región del Medio Oeste de los Estados Unidos. Mientras conservaban sus hábitos alimentarios (excepto por el desayuno normalizado), los participantes tenían que llevar un glucómetro para medir continuamente sus niveles de glucemia y mantener actualizada una app capaz de medir el valor nutricional de sus comidas. Todos los datos obtenidos se compararon posteriormente con los valores estimados con el modelo personalizado y con el modelo estándar.
Microbiota y mantenimiento de la glucemia
En menor medida, estos resultados tienden a confirmar los del estudio israelí, a saber, que un mismo alimento es capaz de desencadenar una respuesta glucémica muy diferente de una persona a otra, mientras que la respuesta se mantiene prácticamente constante en un mismo individuo. Por otro lado, los valores de la glucemia postprandial predichos por el modelo personalizado se acercaron más a los datos recolectados por los participantes que a los predichos por el modelo estándar. Esta diferencia podría explicarse en gran parte por la composición de nuestra microbiota intestinal, que desempeñaría un papel en el mantenimiento de valores glucémicos normales (“homeostasis glucémica”). Este conjunto de datos aboga por un enfoque dietético personalizado para prevenir las enfermedades asociadas a una glucemia anormalmente elevada (hiperglucemia).