Un perfil de la microbiota bacteriana intestinal característico de la cirrosis
¿Y si bastara con un análisis de heces, posiblemente seguido de un análisis de sangre, para diagnosticar una cirrosis hepática y distinguirla de una fibrosis? Esta es la nueva esperanza que suscitan estos trabajos.
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Acerca de este artículo
La esteatosis hepática no alcohólica (EHNA) afectaría al 24% de la población mundial. Se ha planteado como hipótesis la implicación de la alteración de la microbiota intestinal en la progresión de la fibrosis avanzada a cirrosis. Además, a fin de determinar la capacidad diagnóstica de esta asociación, se analizó la microbiota de las heces de 163 participantes estadounidenses: 54 controles sin EHNA, 27 pacientes con EHNA y cirrosis (es decir, el estadio más avanzado de la enfermedad), y sus parientes de primer grado. Para completar los resultados se añadieron los datos procedentes de dos cohortes independientes, china e italiana.
Dos perfiles característicos independientes
Los resultados indican una pérdida de diversidad bacteriana en los pacientes con EHNA y cirrosis. Se observa una correlación entre esta diversidad y parámetros clínicos, en especial las concentraciones de LDL, la coagulación y la insulinemia. Pero, sobre todo, un método de (sidenote: Machine Learning Tecnología de inteligencia artificial que permite a los ordenadores aprender únicamente gracias al uso de una gran cantidad de datos. ) permitió identificar un perfil bacteriano basado en 19 especies y característico de la cirrosis con una precisión de diagnóstico de 0,91. Esta disbiosis se asoció a un perfil funcional caracterizado principalmente por la biosíntesis de aminoácidos específicos (aromáticos y ramificados), ácidos grasos y nucleótidos. Estos resultados, confirmados en cohortes independientes, sugieren que la alteración de la regulación de procesos metabólicos microbianos fundamentales podría contribuir a la progresión a cirrosis de la enfermedad. Por ejemplo, la modificación de la producción de metabolitos podría explicar cómo puede afectar una disbiosis intestinal al hígado. Para apoyar más esta posible asociación causal, se identificó un perfil independiente basado en 17 metabolitos que ofrece la misma precisión diagnóstica que el perfil microbiano, con correlaciones significativas entre estos dos perfiles.
Distinguir cirrosis y fibrosis
Posteriormente, los investigadores intentaron afinar este perfil microbiano característico. Combinándolo con la edad y la concentración de albúmina sérica, lograron mejorar ligeramente la precisión de la discriminación entre pacientes cirróticos y controles y, sobre todo, confirmar su eficacia en las cohortes china e italiana. Por último, la inclusión de un parámetro adicional especialmente discriminante (aumento de la concentración sérica de aspartato-aminotransferasa en los pacientes cirróticos) permitió distinguir la cirrosis de los estadios tempranos de la fibrosis leve o moderada.
¿Un diagnóstico no invasivo e incluso un tratamiento?
La robustez de este perfil intestinal característico en poblaciones geográfica y culturalmente distintas demuestra su potencial utilidad como estrategia de diagnóstico de la cirrosis. Algunas especies bacterianas de la microbiota intestinal podrían resultar útiles como prueba de diagnóstico no invasivo y universal, e incluso convertirse en dianas de nuevos enfoques terapéuticos.