En niños y adolescentes
Entre los TFI del niño, los dolores abdominales funcionales adoptan diversas formas que conviene identificar correctamente para elegir un tratamiento adecuado. En numerosos casos, estos dolores se deben al síndrome del intestino irritable.
Espacio para el público general
Encuentra aquí tu espacio dedicadoen_sources_title
en_sources_text_start en_sources_text_end
Capítulos
Acerca de este artículo
FISIOPATOLOGÍA DE LOS DOLORES ABDOMINALES FUNCIONALES11
Los dolores abdominales funcionales son uno de los síntomas más frecuentes en niños, con una prevalencia mundial estimada del 13,5 % en 2014. La mayoría de las causas son funcionales y suponen cambios en las sensaciones viscerales (hiperalgia) y una motilidad gastrointestinal alterada. Las primeras se traducen en incomodidad y dolores, las segundas en diarrea o estreñimiento, náuseas, flatulencia, distensión... La diversidad de los síntomas observados ha llevado a la Fundación Roma a distinguir 4 grandes categorías de dolores abdominales funcionales en niños: el síndrome del intestino irritable, la dispepsia funcional, la migraña abdominal y los dolores abdominales funcionales que no entran en ninguna de las categorías anteriores.
SII: ¿UNA PERCEPCIÓN CULTURAL?
A pesar de ser el TFI más frecuente en niños y representar un auténtico reto para la salud pública a escala mundial, el síndrome del intestino irritable sigue siendo mal conocido. De hecho, la mera percepción del mismo parece variar significativamente según los países y los estudios, puesto que las prevalencias varían del 5,1 % en los Estados Unidos al 22,6 % en Turquía, pasando por un rango del 2,8 % al 25,7 % en algunos países asiáticos. Si bien estas diferencias pueden deberse a particularidades locales, es más probable que se deban a interpretaciones variables de los criterios diagnósticos de Roma IV en función de las culturas, a diferencias de percepción del dolor y a lo que se considera como una verdadera patología y no como una simple modificación del tránsito intestinal.
SII PEDIÁTRICO: TRATAMIENTO INTEGRAL
El SII, caracterizado por una menor diversidad de la microbiota digestiva (principalmente en el contacto con la mucosa), un aumento de ciertas Clostridies y Firmicutes (Veillonella) y una disminución de las bifidobacterias (Tabla 1), representa entre el 40 y el 45 % de los TFI en niños. Para su tratamiento, la educación terapéutica de los padres ocupa un lugar destacado, dado que su ansiedad puede tener repercusiones importantes tanto en la severidad de los síntomas como en la eficacia del tratamiento, ya sea farmacológico o no. Los medicamentos habituales son los mismos que para el SII del adulto: estimulantes de la motilidad intestinal, antiespasmódicos, antiácidos, antihistamínicos, fármacos antirreflujo, etc., cuya eficacia no ha sido estudiada. Entre los tratamientos no farmacológicos, una reseña de la literatura científica sugiere que algunos enfoques psicológicos (imágenes mentales, hipnosis, terapia cognitivo-conductual, práctica del yoga) podrían ayudar a un mayor bienestar del niño. La utilización de probióticos también constituye una opción terapéutica prometedora, habida cuenta de las alteraciones de la microbiota identificadas en pacientes jóvenes con SII.
PREDISPOSICIÓN Y PREVENCIÓN
Existe una multitud de factores de predisposición al SII: sexo biológico, edad, factores psicológicos, traumatismos neonatales, infecciones gastrointestinales, asma y afecciones atópicas, dieta, factores socioeconómicos, familiares y ambientales... Algunos pueden constituir ejes potenciales para la implementación de medidas preventivas que tendrían por objetivo la reducción de la prevalencia de los trastornos en niños y en adultos debilitados durante su infancia, al igual que de los costes sanitarios individuales y a escala de la sociedad. Es responsabilidad de los diferentes sistemas sanitarios priorizar sus orientaciones y sus actuaciones en función de los riesgos, necesidades y posibilidades.