Diabetes tipo 1
Por su situación en el centro del mecanismo inmunitario, la microbiota intestinal se ha convertido en un parámetro muy importante en el desarrollo de patologías con un fuerte componente inmunitario e inflamatorio. Es el caso, por ejemplo, de la diabetes tipo I, de las enfermedades inflamatorias intestinales crónicas (EIIC) y de la enfermedad injerto contra huésped (EICH) en pacientes sometidos a un trasplante de células madre hematopoyéticas. Estas enfermedades tienen ciertos mecanismos en común: un aumento de la permeabilidad intestinal y una pérdida de la homeostasis, a saber, una respuesta moderada de las células inmunitarias ante la estimulación normal producida por las bacterias comensales. Tras la pérdida de este equilibrio, se desencadena un proceso inflamatorio. Quedan abiertas numerosas vías para mejorar o revisar las prácticas dietéticas y terapéuticas.
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Acerca de este artículo
Si bien la destrucción de células beta-pancreáticas ya es un fenómeno autoinmune conocido, la implicación de la microbiota intestinal en este proceso constituye un descubrimiento reciente. Podría ser un nuevo punto de inflexión complementario a la insulinoterapia, que representa en la actualidad el tratamiento de referencia para la diabetes tipo 1.
Los estudios realizados en humanos no permiten todavía establecer una relación de causalidad entre la microbiota y el sistema inmunitario. Sin embargo, varios estudios demostraron que existían diferencias en la diversidad y composición de la microbiota intestinal entre un individuo sano y un paciente con diabetes tipo 1 (DM1) o con riesgo de desarrollarla. Una de las hipótesis planteadas sería el incremento de la permeabilidad intestinal, que generaría en los enfermos un aumento de la concentración sanguínea de macromoléculas derivadas de la dieta y de LPS (lipopolisacáridos, componente de la pared de las bacterias gramnegativas). Si se produce una rotura en la mucosa, estos componentes bacterianos provocarían la liberación de citocinas proinflamatorias y la destrucción de células beta-pancreáticas.5.
INFLUENCIA HORMONAL
Las hormonas y la microbiota intestinal podrían estar asociadas a enfermedades autoinmunes y afectar a la respuesta inmunitaria. La microbiota intestinal sería también responsable del efecto protector de la testosterona observado en ratones macho NOD7 : de hecho, en los ratones hembra NOD la enfermedad se desarrolla más que en los machos. De esta forma, los ratones hembra NOD jóvenes que han recibido un trasplante de microbiota de un macho adulto, tienen un menor riesgo de desarrollar DM1. Las hormonas sexuales y ciertos géneros bacterianos actuarían de forma conjunta mediante citocinas (IFN-γ e IL1β), ejerciendo una acción reguladora de la inmunidad y limitando así la desaparición de las células beta-pancreáticas8 .
EFECTOS DE LA DIETA
Ciertos vínculos existentes entre la dieta y la DM1 estarían también relacionados con la microbiota8 : por ejemplo, el hecho de privar a los ratones del gluten conduce, entre otras cosas, a un aumento de Treg y de Akkermansia, bacteria generalmente beneficiosa para el metabolismo. Por tanto, una dieta sin gluten tendría un papel mediador de las funciones de las células beta-pancreáticas al modificar la microbiota intestinal, lo que podría influir en la incidencia de DM1. Asimismo, el aporte de micronutrientes sería también importante en el proceso: el ácido retinoico, derivado activo de la vitamina A, tendría una función protectora frente a la enfermedad. Al inhibir la diferenciación de los Th17 proinflamatorios bajo el efecto de la IL-6 y al promover la diferenciación de los Treg antiinflamatorios, éste ayudaría a disminuir la incidencia de la enfermedad. Y como ocurre en la diabetes tipo 2, se genera un estado proinflamatorio en aquellos ratones alimentados con una dieta rica en grasas9.
EFECTOS DE LA DIETA
Ciertos vínculos existentes entre la dieta y la DM1 estarían también relacionados con la microbiota8 : por ejemplo, el hecho de privar a los ratones del gluten conduce, entre otras cosas, a un aumento de Treg y de Akkermansia, bacteria generalmente beneficiosa para el metabolismo. Por tanto, una dieta sin gluten tendría un papel mediador de las funciones de las células beta-pancreáticas al modificar la microbiota intestinal, lo que podría influir en la incidencia de DM1. Asimismo, el aporte de micronutrientes sería también importante en el proceso: el ácido retinoico, derivado activo de la vitamina A, tendría una función protectora frente a la enfermedad. Al inhibir la diferenciación de los Th17 proinflamatorios bajo el efecto de la IL-6 y al promover la diferenciación de los Treg antiinflamatorios, éste ayudaría a disminuir la incidencia de la enfermedad. Y como ocurre en la diabetes tipo 2, se genera un estado proinflamatorio en aquellos ratones alimentados con una dieta rica en grasas9.
7 NOD = Non Obese Diabetic (sin relación con Nucleotide-binding Oligomerization Domain 2). Modelo utilizado normalmente en la DM1, derivado de una línea de ratones creada en Japón en 1980 en la que los jóvenes desarrollan de forma espontánea síntomas que imitan los de la DM1 humana (glucosuria, pérdida de peso…)
8 Han H, Li Y, Fang J, et al. Gut Microbiota and Type 1 Diabetes. Int J Mol Sci. 2018;19(4):995.
9 Mezcla de aceite de maíz, grasas poliinsaturadas y monoinsaturadas, tocino, grasa saturada al 72%, suplementada con un 28% de proteínas, sin glúcidos