Antibióticos: ¿cuáles son los límites de la resiliencia de la microbiota intestinal?
Basta un tratamiento de corta duración con antibióticos para provocar alteraciones de la microbiota intestinal, incluso en voluntarios sanos. Como secuelas a corto y largo plazo, tales tratamientos pueden dar lugar a resistencias duraderas.
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Acerca de este artículo
Esto es precisamente lo que limita la investigación médica sobre el impacto de los antibióticos porque los ensayos clínicos suelen incluir a pacientes hospitalizados y polimedicados, lo cual tiene como consecuencia directa que las observaciones adolecen de diversos factores de confusión (infecciones, medicamentos, hospitalización, inmunodepresión potencial).
La única solución consiste en realizar estudios prospectivos en adultos sanos y no hospitalizados, como el que se describe aquí. Un equipo de investigadores estadounidenses evaluó el impacto de 4 tratamientos con antibióticos (azitromicina AZM, levofloxacino LVX, cefpodoxima CPD o una combinación de CPD + AZM) en la microbiota intestinal de 20 voluntarios sanos aleatorizados en 4 grupos, recolectando muestras de heces antes del tratamiento, durante el mismo y 2 meses después de su finalización (en total, 15 puntos temporales de recolección).
Cada antibiótico provoca una disbiosis intestinal específica
Primer hallazgo: los antibióticos reducen la carga y riqueza bacterianas. De hecho, la evolución de la abundancia bacteriana dependió del tratamiento administrado:
- mayor abundancia de Bacteroidetes y Clostridium en los pacientes tratados con CPD o CPD + AZM en el Día 6,
- mayor abundancia de Firmicutes como Eubacterium, Ruminococcus y Anaerostipes en aquellos tratados con LVX o AZM.
Por otro lado, la AZM (sola o combinada con otro antibiótico), que se caracteriza por una biodisponibilidad prolongada, retrasó el restablecimiento de la riqueza bacteriana, de 8 especies bacterianas y de ciertas vías metabólicas asociadas en comparación con los demás antibióticos.
Un reservorio de genes de resistencia
Otro efecto de los antibióticos fue la formación de un reservorio duradero de genes de resistencia en los voluntarios que recibieron los tratamientos CPD, AZM y CPD+ AZM, pero no en aquellos tratados con LVX. La remodelación de su resistoma podría, sobre todo, provocar un aumento de tres genes (tetO, cfxA y tet40), aunque dos de ellos no confieran resistencia a los antibióticos administrados. Así pues, las alteraciones causadas por los antibióticos parecen generar oportunidades para bacterias dotadas de un amplio espectro de resistencia. Por ejemplo, las bacterias de la familia Bacteroides que logren sobrevivir al tratamiento con CPD, probablemente gracias a un gen cfxA de resistencia a los betalactámicos, podrían crear un entorno caracterizado por una baja diversidad bacteriana y un elevado contenido de Bacteroides propicio para el desarrollo de patógenos como Enterobacter. De este modo, el tratamiento con antibióticos, aun de corta duración, podría desencadenar la adquisición de diversos genes de resistencia e incluso su afianzamiento.
Resiliencia variable según los individuos
Por último, en 17 voluntarios, los antibióticos solo provocaron una disbiosis leve y transitoria, y la microbiota recuperó su equilibrio previo al tratamiento en unas pocas semanas. Por el contrario, en 3 voluntarios cuya microbiota intestinal mostraba inicialmente una escasa diversificación, el tratamiento con antibióticos dio lugar a una disbiosis más profunda (al punto de asemejarse a la de pacientes en cuidado intensivo) y ciertos desequilibrios seguían presentes al final del periodo de seguimiento, esto es, 2 meses después de finalizado el tratamiento. De ahí la necesidad de hacer un uso razonable de los antibióticos.