Alzheimer: influencia de la disbiosis intestinal en la enfermedad amiloide
Un estudio acaba de precisar el papel de la microbiota intestinal en el trastorno amiloide asociado a la enfermedad de Alzheimer, en el que intervienen compuestos bacterianos capaces de afectar al cerebro tras una reacción inflamatoria sistémica.
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Acerca de este artículo
Varios estudios anteriores han demostrado la presencia de una disbiosis intestinal en los pacientes con la enfermedad de Alzheimer, así como la implicación de la microbiota en la acumulación cerebral de proteína b‑amiloide asociada a la enfermedad. Por ello, el objetivo de este nuevo estudio era buscar las vías de señalización mediante las que la microbiota intestinal de los enfermos contribuye a esta enfermedad amiloide.
En busca de correlaciones
El estudio incluyó a 89 personas de 50 a 85 años con rendimientos cognitivos variables, desde normales hasta trastornos cognitivos con pérdida de memoria, asociados o no a la enfermedad. Se midieron los depósitos amiloides por tomografía de emisión de positrones (PET) y se cuantificaron en las diferentes zonas del cerebro, a la vez que se determinaron las concentraciones sanguíneas de moléculas derivadas de la microbiota intestinal (lipopolisacáridos –LPS– y ácidos grasos de cadena corta –acetato, propionato, valerato y butirato), marcadores pro- y antiinflamatorios (incluidas las interleucinas o IL) y marcadores de la disfunción endotelial (moléculas de adhesión celular o MAC).
Mediadores bacterianos implicados
Independientemente de la zona del cerebro afectada, se observó una correlación positiva entre los depósitos amiloides y la concentración sanguínea de LPS, acetato, valerato, ciertas citocinas proinflamatorias (IL1b, IL6 entre otras) y numerosas MAC (p.ej., P-selectina, PECAM-1); en cambio, se detectó una correlación negativa con la concentración de butirato y de IL10 (antiinflamatoria). Por último, algunos biomarcadores de la disfunción endotelial mostraron una correlación positiva con la concentración de acetato, valerato, IL1b e IL4, pero de nuevo negativa con la concentración de butirato e IL10. Los autores interpretan estas correlaciones como la prueba de una implicación a la vez directa e indirecta de los parámetros sanguíneos asociados a una disbiosis intestinal en la enfermedad amiloide.
Inflamación, función de barrera y Alzheimer
Por lo tanto, la reducción de la concentración de butirato acompañada de un aumento de la concentración de acetato, valerato y LPS podría comprometer la integridad de la barrera intestinal, provocar y mantener una inflamación sistémica de baja intensidad, alterar la barrera hematoencefálica, y finalmente dejar penetrar en el sistema nervioso central compuestos proinflamatorios que faciliten la cascada patológica de la enfermedad de Alzheimer. A la vez que alertan sobre la imposibilidad de establecer una relación causal a partir de sus datos, los autores subrayan que la fuerza de las correlaciones observadas tiende a respaldar esta hipótesis fisiopatológica. A modo de conclusión, señalan la posibilidad de desarrollar estrategias de prevención basadas en un enriquecimiento de la microbiota con bacterias o metabolitos beneficiosos, una vez que se haya precisado el perfil microbiano característico de la enfermedad de Alzheimer.