¿Estaba Pitágoras en lo cierto? El padre del vegetarianismo (y del veganismo, que excluye todos los alimentos de origen animal) probablemente no sabía aún que una microbiota intestinal sana resulta del equilibrio entre dos grupos importantes de bacterias: Bacteroidetes y Firmicutes. Generalmente, una flora equilibrada está asociada con una dieta con un alto contenido de fruta, verduras y cereales y un bajo contenido de azúcares, grasas y proteínas animales; la alimentación de tipo occidental, con aportes invertidos, dañaría la microbiota y favorecería la obesidad.
¡Cuidado con las ideas preconcebidas!
La realidad no es tan simple: estudios exhaustivos sobre Bacteroidetes y Firmicutes demuestran que ciertas especies pertenecientes a estos grupos bacterianos son, de hecho, más abundantes en las personas que siguen una dieta vegetariana o vegana (Prevotella y Ruminococcus), mientras que otras (como Bacteroides) lo son en personas partidarias de consumir proteínas animales y grasas. Esta es la razón por la que numerosos estudios demostraron que un desequilibrio entre Bacteroidetes y Firmicutes afecta al índice de masa corporal y a la corpulencia…¡pero con resultados contradictorios!
La fibra tiene efectos beneficiosos
La fibra es beneficiosa para las bacterias “buenas” de la microbiota intestinal. Favorece el crecimiento de especies que convierten la fibra en ácidos grasos de cadena corta, moléculas con propiedades antiinflamatorias. Los polifenoles, antioxidantes muy abundantes en frutas como la manzana o la uva, también favorecen el crecimiento de ciertas especies bacterianas con efectos protectores (Bifidobacterium y Lactobacillus). Como consecuencia, la microbiota intestinal de los vegetarianos y veganos es más rica, más diversa y protege de las enfermedades inflamatorias y cardiovasculares y de la obesidad.
Interacciones que merecen una investigación más profunda
Llevar una dieta vegetariana o vegana a largo plazo parece ser la forma más eficaz de potenciar la diversidad y la riqueza de la microbiota intestinal, lo que es garantía de buena salud. Sin embargo, los autores concluyen que debido a la complejidad y a las diferencias interindividuales (origen étnico…), es necesario llevar a cabo investigaciones complementarias para determinar las interacciones entre la dieta y la microbiota intestinal y valorar mejor su impacto en la salud.