Microbiota intestinal y covid-19: lo que saben los expertos y lo que suponen
Además de los pulmones, el intestino constituye uno de los principales órganos diana del SARS-CoV-2 y una potencial vía de diseminación. De ahí la presente revisión dedicada a los trastornos gastrointestinales y al papel de la microbiota en los síntomas y la mortalidad.
Espacio para el público general
Encuentra aquí tu espacio dedicadoen_sources_title
en_sources_text_start en_sources_text_end
Acerca de este artículo
Aunque el coronavirus afecta en primer lugar a los pulmones, los médicos y los investigadores se interesaron muy pronto en el papel de la microbiota intestinal porque los síntomas intestinales (vómitos, náuseas, diarrea) parecen más frecuentes en las formas severas: tres metanálisis que incluyeron alrededor de 4 000 a 10 000 pacientes registraron prevalencias del 10 al 17,6%. La infección desencadena una reacción inflamatoria intestinal que se detecta por la presencia de concentraciones fecales elevadas de un biomarcador, la calprotectina.
Presencia del virus en el aparato digestivo
El SARS-CoV-2 infecta las células uniéndose, en particular, al receptor de la (sidenote: Receptor de la enzima convertidora de angiotensina II ) , que participa en la homeostasis del sistema renina-angiotensina-aldosterona, crucial para la fisiología y la patología de todos los órganos. Si bien la ECA2 se expresa intensamente en el tejido pulmonar –de ahí su vulnerabilidad–, también se expresa en el corazón, el hígado y el intestino. Por ello, el virus podría penetrar en el aparato digestivo a través de alimentos contaminados, tras lo cual podría producirse una transmisión fecal-oral. De hecho, el ARN viral está presente en las heces de uno de cada dos pacientes de COVID, incluso en ausencia de virus en las vías respiratorias. Por otra parte, el virus parece capaz de replicarse en el tubo digestivo.
Mecanismos potenciales
Varios mecanismos podrían estar implicados en los trastornos gastrointestinales observados:
• Debilitamiento de la barrera intestinal relacionado con la inflamación local o con la replicación del virus.
• Alteración de la regulación de la ECA2, ya que cualquier déficit de esta enzima acentúa la susceptibilidad del intestino a la inflamación. Ahora bien, puesto que el SARS-CoV-2 reduce la expresión de ECA2 en los pulmones, es probable que también la limite en el intestino.
• Alteración de la composición y las funciones de la microbiota como consecuencia de la hipoxia debida a la COVID-19.
• Implicación del eje intestino-cerebro ya que el sistema nervioso entérico puede verse afectado, o bien debido a una infección viral directa, o bien a través de una (sidenote: Por ejemplo, citocinas inflamatorias ) que potencia la diarrea y posiblemente estimula el nervio vago, favoreciendo los vómitos.
Disbiosis de la microbiota intestinal
Se ha demostrado que un déficit de ECA2 altera la composición de la microbiota en ratones; los pacientes de COVID-19 presentan una disbiosis intestinal caracterizada por un descenso de la diversidad y abundancia de bacterias. Esta disbiosis acarrea importantes consecuencias: la microbiota intestinal puede estimular a distancia la respuesta del huésped a las infecciones virales respiratorias; a la inversa, la disbiosis puede agravar el desenlace de la enfermedad ya que la menor presencia de bacterias comensales favorece la sobrerrepresentación de bacterias patógenas. Por lo tanto, falta establecer el papel de la microbiota intestinal en las infecciones por coronavirus para determinar si constituye un biomarcador de la severidad de la enfermedad o incluso si puede convertirse en una estrategia terapéutica.