Descubrimiento de una «zona gris» entre antibióticos bacteriostáticos y bactericidas inhibidores
Al atacar tanto a los patógenos como a las bacterias comensales, los antibióticos alteran el equilibrio de la microbiota intestinal, un efecto colateral bien conocido. Pero se sabe poco de la actividad de cada clase de antibióticos sobre las diferentes especies bacterianas que componen la microbiota intestinal. Un estudio publicado en Nature1 colma estas lagunas.
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Acerca de este artículo
Los medicamentos tienen un impacto importante sobre la microbiota. En especial, los antibióticos se dirigen a la vez contra las bacterias patógenas y las comensales. Se sabe que modifican el equilibrio de la microbiota y producen trastornos digestivos, como diarrea e infecciones por Clostridioides difficile. A más largo plazo, pueden favorecer la aparición de alergias y trastornos metabólicos. Para comprender de manera más precisa cómo las diferentes clases de antibióticos alteran el equilibrio microbiano intestinal, un equipo de investigadores alemanes analizó el efecto de 144 antibióticos sobre el crecimiento y la supervivencia de 27 microorganismos comensales, entre ellos varios Bacteroides.
Tres antibióticos bacteriostáticos con acción bactericida
Mediante el análisis de 815 combinaciones de antibióticos y especies comensales, los investigadores observaron diferencias de comportamiento de los antibióticos según su clase. Por ejemplo, de la 1.ª a la 4.ª generación de las quinolonas, el espectro de actividad se amplía hasta el punto de inhibir, en el caso de la última generación, casi todas las especies comensales analizadas. Los macrólidos las inhiben todas (excepto C. difficile) y 8 tetraciclinas de 9 las inhiben casi todas, lo cual es sorprendente, puesto que la microbiota intestinal se considera un reservorio de genes de resistencia a las tetraciclinas. Más sorprendente todavía: la eritromicina, la azitromicina y la doxiciclina, aunque se clasifican como bacteriostáticos, mostraron un efecto bactericida rápido sobre 12 especies comensales en cerca de la mitad de los casos. La disminución de la supervivencia, superior al 99,9%, se confirmó mediante una prueba de viabilidad que se realizó con Bacteroides vulgatus y una cepa de Escherichia coli.
Los antibióticos representan un extraordinario descubrimiento científico y salvan millones de vida, pero su uso excesivo e inadecuado ahora suscita grandes inquietudes para la salud, especialmente debido a la aparición de resistencia a los antibióticos y disbiosis. Leamos la página dedicada a esta cuestión.
El papel ambivalente de los antibióticos
¿Qué es la Semana mundial de concienciación sobre la RAM?
Desde 2015, la OMS organiza cada año la Semana mundial de concienciación sobre la RAM (WAAW), cuyo objetivo es sensibilizar al público sobre la resistencia mundial a los antimicrobianos.
Esta campaña, que tendrá lugar del 18 al 24 de noviembre, alienta al público general, a los profesionales sanitarios y a los responsables a hacer un uso razonable de los antimicrobianos para evitar el desarrollo de resistencia a los antimicrobianos.
Antídotos para minimizar el impacto de los antibióticos sobre las bacterias comensales
Estas observaciones ponen en tela de juicio la clasificación bacteriostático/bactericida establecida desde hace tiempo, a la vez que proporcionan una posible explicación del potente efecto de los macrólidos sobre la microbiota intestinal. Los investigadores no se limitaron a esta observación, sino que estudiaron su base de 1200 medicamentos para encontrar moléculas que funcionaran como «antídoto» contra la actividad bactericida de la eritromicina y la doxiciclina sobre las bacterias comensales, pero que no impidieran la acción de estos antibióticos sobre las bacterias patógenas. Una quincena de moléculas suscitaron el interés de los investigadores. Los científicos los probaron a diferentes concentraciones en un sistema microbiano sintético y en un modelo animal que contenía 12 especies comensales. Resultado: diez moléculas permitieron proteger sustancialmente a las bacterias comensales, siendo las más potentes el dicumarol, la benzbromarona y dos antiinflamatorios no esteroides, el ácido tolfenámico y el diflunisal.
El estudio ofrece un nuevo enfoque sobre la actividad de los antibióticos, a la vez que sugiere estrategias interesantes para reducir sus efectos indeseables sobre la microbiota intestinal.