¿Cómo han podido resistir ciertas especies de ranas a la epidemia de quitridiomicosis, una infección fúngica (causada por un hongo) que ha diezmado la población de anfibios del mundo? ¿Será por la presencia de bacterias en su microbiota cutánea capaces de luchar contra el hongo Batrachochytrium dendrobatidis responsable de la enfermedad?
¿Una vía terapéutica contra la aspergilosis?
Para comprobarlo, un grupo de investigadores aisló varios cientos de cepas bacterianas colonizadoras de la piel de 7 especies de ranas que viven en Panamá, una región del mundo particularmente afectada por esta epidemia. Además quisieron comprobar si la bacteria B. dendrobatidis podría frenar el desarrollo del hongo y, al mismo tiempo, impedir el crecimiento de Aspergillus fumigatus, un hongo causante de más del 80% de los casos de aspergilosis humana. El objetivo de la investigación era buscar alternativas terapéuticas que tuvieran modos de acción diferentes a los que ofrecen los antifúngicos habituales.
¡Salvar el pellejo… gracias a su pellejo!
Pseudomonas cichorii es una bacteria presente en la piel de las ranas que se lleva el primer premio como el antifúngico más potente gracias a la producción de dos compuestos activos, uno de los cuales demostró en pruebas de laboratorio su extraordinaria capacidad para frenar el crecimiento de hongos patógenos (B. dendrobatidis et A. fumigatus). Queda aún por confirmar este descubrimiento en organismos vivos para demostrar que, efectivamente, impide el desarrollo de las enfermedades resultantes. ¡Las ranas panameñas habrían conseguido gracias a su propia piel, escapar de una extinción masiva producida por un hongo asesino! Y las bacterias cutáneas responsables de su supervivencia podrían ser útiles para la fabricación de nuevos medicamentos naturales contra la aspergilosis humana.