La fobia social no solo está en la cabeza sino también en la microbiota
La microbiota intestinal de las personas que padecen fobia social presenta características específicas que los diferencian de los individuos sanos. Es lo que acaba de descubrir un equipo de investigadores irlandés 1. ¡Una primicia!
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Acerca de este artículo
Se sabe que el intestino y el cerebro mantienen un diálogo constante. Los estudios realizados sobre este tema sugieren también que el “ eje microbiota-intestino-cerebro ” desempeña un papel importante en la ansiedad, el estrés, el trastorno depresivo mayor o el autismo.
¿La microbiota de las personas que padecen fobia social también presenta características que indican que está implicada en la enfermedad a través de la comunicación con el cerebro?
Hasta ahora era difícil responder a esta pregunta, por falta de datos. Sin embargo, un equipo de investigadores irlandés del University College Cork (UCC) acaba de llevar a cabo un estudio que tiende a confirmarlo.
Los científicos incluyeron en el estudio 31 personas con fobia social y 18 personas que no la padecían (grupo de control). Recogieron sus heces para analizar y comparar la composición de las microbiotas. ¿Qué demuestran estos análisis?
13% Es el porcentaje de la población que sufre de fobia social en Europa y Estados Unidos.
(sidenote:
Fehm L, Pelissolo A, et al. Size and burden of social phobia in Europe. Eur Neuropsychopharmacol. 2005;15:453–62.
Kessler RC, Petukhova M, et al. Twelvemonth and lifetime prevalence and lifetime morbid risk of anxiety and mood disorders in the United States. Int J Methods Psychiatr Res. 2012;21:169–84.
)
Diferencias significativas de composición bacteriana
Con respecto al grupo de control, la microbiota del grupo «fobia social» contenía más bacterias del género Anaeromassilibacillus. Según varios estudios, este género bacteriano podría estar implicado en el autismo y la depresión, dos trastornos que comparten procesos fisiológicos comunes con la fobia social.
Su microbiota contenía también más Gordonibacter, bacterias capaces de producir urolitina, un metabolito procedente de la degradación de los polifenoles que, según los estudios, tiene un impacto en la salud mental.
También había menos Parasutterella excrementihominis. Varios estudios han demostrado que esta bacteria es menos abundante no solo en las personas que padecen un trastorno del espectro autista, sino también en las que tienen un (sidenote: Índice de masa corporal Cociente entre el peso en kg y el cuadrado de la estatura en m2 ) o un consumo de azúcar elevado, lo cual es frecuente en las personas fóbicas, como era el caso de los participantes en el estudio.
Otra diferencia notable: su microbiota presentaba un aumento significativo de una vía metabólica, en particular una proteína implicada en la degradación del aspartato. Según el análisis de los autores, esta proteína es similar a otra implicada en el metabolismo del triptófano, uno de los mensajeros que intervienen en el funcionamiento del eje intestino-cerebro.
Cuando el miedo a ser juzgado se convierte en una enfermedad
La fobia social, también denominada trastorno de ansiedad social, es un temor persistente e intenso:
- A ser juzgado por los demás.
- A sentirse humillado, ridículo o confuso en presencia de otras personas.
El miedo es tan intenso e invasor que se acompaña de síntomas físicos especialmente molestos: temblores, palpitaciones, transpiración excesiva, náuseas, etc. e incluso, a veces, ataques de pánico.
Las personas fóbicas acaban por no poder hacer cosas tan simples como ir al restaurante, preguntar una dirección, presentarse a un examen o participar en una reunión. También están expuestas a un mayor riesgo de alcoholismo y depresión.
Esta enfermedad se diferencia del pánico escénico o la timidez por el intenso sufrimiento psíquico que genera.
El tratamiento se basa fundamentalmente en el uso de medicamentos (antidepresivos, betabloqueantes) y terapias comportamentales y cognitivas (TCC). 2
Hacia el descubrimiento de nuevos tratamientos y biomarcadores
Según los investigadores, este pequeño estudio es fundamental y permitirá sentar las bases para el lanzamiento de estudios de mayor envergadura con el fin de confirmar la implicación del eje intestino-cerebro y de ciertas bacterias específicas en el trastorno de ansiedad social.
Objetivo final
Desarrollar nuevos tratamientos e identificar biomarcadores de la fobia social, un trastorno frecuente y especialmente discapacitante para el cual no existe actualmente ningún tratamiento verdaderamente eficaz.