Se confirma la implicación de la microbiota oral en la enfermedad de Alzheimer
La enfermedad de Alzheimer podría ser el resultado de una inflamación crónica del tejido neuronal debido a la colonización de la microbiota oral por una bacteria capaz de producir proteínas tóxicas: las gingipainas. Ya se están investigando posibles aplicaciones terapéuticas.
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Acerca de este artículo
Es bien conocida la relación entre Porphyromonas gingivalis, la periodontitis crónica y la enfermedad de Alzheimer (EA), enfermedad neurodegenerativa que afecta al menos a 30 millones de personas en el mundo. Se observó en ratones que la exposición repetida a esta bacteria podía desencadenar una periodontitis acompañada de signos patológicos neurodegenerativos característicos de la EA.
Presencia de marcadores cerebrales
Partiendo de esta observación, un equipo internacional analizó muestras de tejido cerebral post mortem de pacientes con Alzheimer y de controles. Los investigadores detectaron una mayor proporción de gingipainas (proteínas tóxicas producidas por P. gingivalis) en las muestras recogidas de los enfermos. Estas gingipainas también estaban presentes, aunque menos abundantes, en sujetos no diagnosticados de Alzheimer, lo que podría corresponder, según los autores, a un estadio preclínico asintomático de la enfermedad.
Neurotoxicidad en distintos niveles
Por otro lado, se observó una estrecha correlación entre los niveles de gingipainas y de proteína Tau, cuya acumulación anormal muestra a su vez una correlación bien conocida con el deterioro neuronal y cognitivo. Análisis in vitro demostraron que las gingipainas fragmentan las proteínas Tau, las cuales se depositan en forma de filamentos insolubles intraneuronales, característicos de la EA. Estas proteínas parecen estar también implicadas en la formación de placas extracelulares de péptidos beta-amiloides Aβ (1-42), que constituyen otra lesión característica de la EA. Según los investigadores, la EA sería pues el resultado de una colonización cerebral por P. gingivalis, que migraría desde la (sidenote: Cavidad oral aprovechando el cepillado, la masticación o el uso del hilo dental, la bacteria alcanzaría la circulación hasta conseguir atravesar la barrera hematoencefálica. ) y causaría una inflamación crónica de bajo grado mediada por las gingipainas.
Inhibidores de gingipainas a prueba
Los investigadores consideran estas proteínas como nuevas alternativas terapéuticas: el inhibidor de gingipainas que están desarrollando muestra una buena biodisponibilidad oral. Se distribuye en el tejido cerebral, donde podría bloquear la degeneración neuronal. En ratones, esta molécula permite disminuir de manera significativa la concentración cerebral de P. gingivalis y limitar la formación de placas Aβ con mayor eficacia que el moxifloxacino (antibiótico de amplio espectro utilizado como control), sin causar resistencia. En octubre de 2018, un ensayo clínico de fase I demostró con éxito que el tratamiento era seguro en el ser humano. Otros ensayos de fase II y III están programados para 2019 con el objetivo de probar esta molécula en pacientes con Alzheimer.