La vaginosis bacteriana es un trastorno femenino frecuente y difícil de tratar, causado por un desequilibrio de la microbiota vaginal que se caracteriza por una disminución de los lactobacilos y un aumento de bacterias potencialmente dañinas, en especial, Gardnerella vaginalis. A pesar de un tratamiento antibiótico, cerca del 60% de las mujeres afectadas sufren una recaída a lo largo del año siguiente.
Cambio de método
Con la sospecha de una relación entre la concentración de ciertos nutrientes en la sangre y el riesgo de vaginosis bacteriana, se realizaron numerosos estudios que arrojaron resultados contradictorios. Los autores de un nuevo estudio publicado en Reproductive Health culpan de ello a las metodologías empleadas, que se basan en frotis vaginales o en criterios clínicos y se centran principalmente en la vitamina D. Para examinar la asociación entre la toma de complementos alimentarios y la vaginosis bacteriana, los investigadores analizaron la composición de la microbiota vaginal de 104 mujeres jóvenes, una cuarta parte de las cuales padecían este trastorno, así como sus aportes diarios de micronutrientes y macronutrientes, basándose en sus respuestas a un cuestionario de referencia en la materia. Los investigadores también revisaron la literatura científica publicada sobre este tema.
¿Aumentar los aportes de betaína?
De esta manera, consiguieron establecer un perfil tipo de las mujeres que padecen vaginosis: son más adeptas a las duchas vaginales, tienen un índice de masa corporal elevado y utilizan menos la anticoncepción hormonal con respecto a las mujeres cuya microbiota vaginal está equilibrada. Globalmente, las mujeres con aportes más bajos de nutrientes son las que están expuestas al menor riesgo de vaginosis. La única excepción es la betaína ya que el riesgo aumenta en caso de aporte insuficiente. In vitro, esta sustancia estimula la supervivencia de los lactobacilos y la producción de ácido láctico, impidiendo la colonización de patógenos. Según los autores, ejerce su efecto directamente en la microbiota vaginal favoreciendo el equilibrio bacteriano o indirectamente a través de la microbiota intestinal. Este descubrimiento abre nuevas perspectivas para reducir el riesgo de vaginosis, por ejemplo, aumentando los aportes de betaína, modificando la dieta o tomando complementos alimentarios.