Según el mayor estudio jamás realizado en niños, los cuatro primeros años de vida son un período clave para el desarrollo de la microbiota intestinal. El estudio, que se llevó a cabo en 903 niños estadounidenses y europeos, demuestra que “nuestro segundo cerebro” se construye en 3 etapas distintas. Primero, entre los 3 y 14 meses de edad tiene lugar la “fase de desarrollo”, durante la cual las bacterias colonizan el tubo digestivo, se implantan y proliferan. Durante los siguientes 15 meses, la flora sufre una “etapa de transición”: algunas bacterias que estaban presentes hasta ahora desaparecen en beneficio de otras especies. Por último, a partir del 31° mes, la flora intestinal del niño se “estabiliza” hasta alcanzar su estado definitivo.
La lactancia materna puede ser determinante…
Los autores señalan que la lactancia materna, ya sea exclusiva o parcial, es “el principal factor que afecta a la composición de la microbiota durante el periodo de desarrollo”. Esto se debe a la presencia de bacterias intestinales beneficiosas (incluso en niños que también han sido alimentados con fórmulas infantiles o con alimentos sólidos), así como a una menor diversidad bacteriana. No obstante, la diversidad de la microbiota es signo de madurez. A los 14 meses de edad, la flora de los niños amamantados estaría menos desarrollada que la de los otros. Pero cuando su dieta ya no incluye leche materna, su microbiota se enriquece y se diversifica. Los investigadores apuntan que “estos resultados parecen confirmar la idea de que es el destete y no la diversificación alimentaria lo que induce la maduración de la flora intestinal”. Cuanto antes se interrumpa la lactancia materna, antes madurará la microbiota, aunque quede por determinar si tendrá un efecto positivo en la salud del niño.
…y el entorno también
Otro resultado de este estudio indica que el tipo de parto, particularmente el parto vaginal, participa en el desarrollo de la flora intestinal de los más pequeños. Del mismo modo, crecer con hermanos y/o estar rodeado de animales domésticos influye en la composición de la microbiota y parece acelerar su maduración. Todos estos resultados serán útiles para futuras investigaciones ya que permitirán a los científicos analizar, de manera más precisa, la relación entre la microbiota y la aparición de ciertas enfermedades, permitiendo valorar la necesidad de nuevas estrategias terapéuticas.