Mi familia, mis compañeros de piso, mis vecinos… y mi microbiota
Convivir es compartir una media del 12% de las especies de la microbiota intestinal (bacterias, virus, hongos…) y un 32% de las cepas orales, unas cifras que varían según el tipo de relación (madre-hijo, cónyuges, etc.). Es decir, mucho más de lo que se creía.
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Acerca de este artículo
Besar a la pareja, amamantar y abrazar al lactante, compartir una pizza entre compañeros de piso o simplemente ocupar en un momento dado el mismo espacio: convivir y reunirse es compartir mucho más que un techo. También es compartir la microbiota, de manera más o menos pronunciada según la edad, el tipo de relación, la duración de la vida en común, etc. Un nuevo estudio arroja nueva luz sobre la importancia de nuestras interacciones con los demás para la microbiota intestinal y oral.
Una microbiota intestinal bajo la influencia materna
El primer factor de influencia es el parentesco. Al nacer, un bebé comparte con su madre un 65% de las cepas intestinales, una especie de «kit de arranque» transmitido durante el parto. Después, progresivamente, este porcentaje disminuye debido a la intimidad:
- 50% al cabo de 1 semana;
- 47% al año;
- 27% entre 1 y 3 años;
- 19% hasta los 18 años;
- y 14% hasta los 30 años.
Sin embargo, una parte significativa de la influencia materna consigue desafiar los años y la distancia: entre los 50 y los 85 años, las personas todavía comparten un 16% de las cepas intestinales con su madre (aunque ya no vivan bajo el mismo techo).
65% Un recién nacido y su madre comparten el 65% de la microbiota intestinal el día del parto.
Microbiota oral: los poderes insospechados de la convivencia
En lo referente a la microbiota oral, las dinámicas son muy diferentes: en lugar de ir disminuyendo, el porcentaje de cepas compartidas aumenta con la edad del niño, sobre todo después de los 3 años, edad de transición en que se diversifican las especies que componen la microbiota oral. No obstante, los padres y las madres tendrán que resignarse: su hijo ya crecido compartirá muchas más bacterias orales con sus compañeros de piso o, peor aún, con su pareja (38%), de las que ha compartido nunca con su madre (30%) o su padre (24%).
38% Una pareja comparte el 38% de su microbiota oral.
La microbiota ORL
Pasa la bacteria a tu vecino
El estudio también revela un hecho sorprendente, a saber, que los muros de la casa no constituyen barreras para los intercambios de bacterias. Adultos que no viven bajo el mismo techo, pero sí en un mismo municipio, comparten el 8% de las cepas intestinales y el 3% de las cepas orales con sus vecinos y otros habitantes del pueblo (frente al 0% entre pueblos diferentes), probablemente a causa de las interacciones físicas y del entorno que comparten.
Efectos de la occidentalización
En cambio, los investigadores indican que el estilo de vida (occidental o no) ejerce mucha menos influencia de lo que se pensaba sobre la transmisión de microorganismos entre personas. Es cierto que las microbiotas occidentales se distinguen por su escasa diversidad de microorganismos. Sin embargo, el porcentaje de cepas compartidas es similar sea cual sea el país donde se vive, lo cual sugiere que la mayor riqueza de las microbiotas intestinal y oral de los habitantes de los países no occidentales no se debe a una mayor transmisión entre personas, sino más bien a interacciones con el entorno y a dietas que favorecen la diversidad.