Considerado como una auténtica y temida calamidad entre los jóvenes, el acné afecta a un 85% de la población entre 11 y 30 años. Esta enfermedad inflamatoria de la piel, más o menos severa, afecta a diferentes áreas del cuerpo, desde la cara hasta la espalda. Según las investigaciones realizadas, la microbiota cutánea es responsable de la enfermedad, aunque todavía no se ha logrado identificar qué bacterias son las que participan en la aparición del acné severo. Un equipo de investigadores franceses decidió, por tanto, realizar su propio estudio, con resultados... ¡cuánto menos sorprendentes!
Una microbiota menos rica
Se compararon muestras de microbiota cutánea procedentes de la espalda (zona de acné severo) y de la cara (acné ligero a moderado) de 24 pacientes con las de 12 voluntarios sanos. En comparación con los controles, la espalda de los pacientes albergaba menos bacterias y presentaba, entre otras, una mayor abundancia de Enterococcus; en cuanto a la cara, se encontraron grandes cantidades de estafilococos, mientras que las bacterias pertenecientes a la familia Propionibacteriaceae mucho menos abundantes en los enfermos, pero presentes en grandes cantidades en los sujetos sanos. La presencia de la familia Propionibacteriaceae garantizaría, por tanto, una piel saludable, lo cual parece paradójico ya que C. acnes, una de las bacterias identificadas como responsable de la aparición del acné, forma precisamente parte de esta familia…
Cuestión de equilibrio
El acné parece estar relacionado con una alteración de la microbiota cutánea (o disbiosis) y su severidad estaría asociada a una disminución de la riqueza bacteriana. Sin embargo, los autores apuntan que no es tanto la superabundancia de C. acnes, sino el desequilibrio entre la familia Propionibacteriaceae y los estafilococos, el que provocaría modificaciones del pH cutáneo y desencadenaría el proceso inflamatorio. Este nuevo hallazgo abre el camino hacia el desarrollo de nuevos tratamientos antiacneicos basados en la restauración de la microbiota cutánea: una piel de mejor calidad podría ser capaz de impedir la colonización por bacterias oportunistas.