Calentamiento climático y salud: comprender los vínculos para actuar y cuidarse
Golpe de calor en el seno de la comunidad científica: además de las numerosas consecuencias sobre el medioambiente, el cambio climático podría afectar gravemente a nuestra salud, incluida la digestiva.
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Acerca de este artículo
Se trata de un principio básico de la biología: la adaptación al entorno mediante la selección natural. Para ilustrar esta idea, a menudo se habla de una pequeña mariposa: la mariposa de los abedules. Esta mariposa principalmente blanca pasó desapercibida durante mucho tiempo frente a sus depredadores posada sobre el tronco inmaculado de los abedules. Pero la revolución industrial cambió la situación: los troncos se oscurecieron, por lo que las mariposas blancas destacaban mucho y las aves se dieron un festín; la población de la mariposa de los abedules se desplomó. Las únicas supervivientes: las de color negro, ahora invisibles, que se han reproducido desde entonces. De esta forma, la mariposa de los abedules ha pasado a ser mayoritariamente negra a causa de la presión medioambiental.
Hongos adaptados a nuestro calor corporal1
Este mismo mecanismo interviene con el calentamiento climático. Frente a las canículas excepcionales y sucesivas, la fauna y la flora evolucionan, y los individuos más tolerantes sobreviven. De este modo, algunos hongos, a lo largo de su linaje, serían cada vez más capaces de enfrentarse a temperaturas superiores a los 30 grados. El problema consiste en que nuestra temperatura corporal de 37 °C era una de nuestras dos armas (junto con el sistema inmunitario) para resistir frente a los ataques fúngicos.
¿Cómo van a luchar las personas, y los mamíferos en general, contra microorganismos patógenos más termorresistentes? Por desgracia, esta cuestión ya no es únicamente teórica: aparecieron Candida auris muy tolerantes al calor, de forma simultánea y sin motivo aparente, en 3 continentes en 2010.
El calentamiento climático se ha vinculado con la aparición simultánea y sin motivo aparente de diferentes clados de C. auris en 3 continentes hacia el 2010. 2
Calentamiento climático y salud: las personas nos adaptamos, pero los microorganismos patógenos también 2
La lucha será especialmente dura si se produce en paralelo, ya que los humanos, al igual que cualquier organismo vivo, también sufrimos las consecuencias del calentamiento global. Y, mientras esperamos a que nuestra descendencia sea quizás más resistente a las temperaturas extremas actuales y futuras, el cambio climático afectaría ampliamente a nuestra salud digestiva,inmunitaria e incluso mental (ecoansiedad). Todas las exposiciones a las que se somete una persona desde la concepción hasta la muerte se conocen como «
(sidenote:
Exposoma
En 2005, en un artículo publicado en la revista Cancer Epidemiology, Biomarkers & Prevention, el Dr. Christopher Wild definió por primera vez el exposoma como «la totalidad de las exposiciones a las que está sometida una persona desde la concepción hasta la muerte. Se trata de una representación compleja y dinámica de las exposiciones a las que está sujeta una persona a lo largo de toda su vida, entre las que se incluyen el entorno químico, microbiológico, físico, recreativo y farmacológico, el estilo de vida o la alimentación, así como las infecciones».
Fuente
)
».
Más del 50 % de las enfermedades infecciosas conocidas por la humanidad se habrían visto agravadas por el cambio climático.
10% Para el 2030, las enfermedades diarreicas podrían aumentar un 10 %, y afectarían principalmente a los niños pequeños.
Efectos beneficiosos de las zonas verdes urbanas en nuestras microbiotas
Con respecto a las infecciones, el futuro también tiene mala pinta: más del 50 % de las enfermedades infecciosas se verían exacerbadas por el cambio climático; se espera un aumento del 10 % en las enfermedades diarreicas (contaminación de las aguas para consumo durante las inundaciones, temperaturas elevadas que favorecen a ciertos virus…) para el 2030.
En resumidas cuentas, tendremos que hacer frente a infecciones recrudecidas con una salud alterada. Y, paradójicamente, el tratamiento de estas enfermedades aumentaría nuestra huella de carbono… y puede que también nuestra ecoansiedad.
Pero terminamos con una nota positiva: la investigación avanza en la comprensión de los mecanismos de adaptación a la temperatura de ciertos microorganismos. El esclarecimiento de estos mecanismos podría permitir el desarrollo de nuevas clases de medicamentos antimicrobianos que se centren en la adaptación a la temperatura.