Microbiota 5 - Octubre 2018
Estimados lectores:
Sabemos desde hace tiempo que la microbiota intestinal tiene la capacidad de actuar sobre nuestro cerebro. Sin embargo, desde hace tan solo una decena de años se ha identificado y estudiado un sistema de comunicación bidireccional entre el cerebro y el intestino en el que participa nuestra microbiota intestinal, conocido como «eje microbiotaintestino- cerebro». Más recientemente, estudios han sugerido que las disbiosis podrían contribuir a la fisiopatología de enfermedades del sistema nervioso central como los trastornos ansioso-depresivos, los trastornos del espectro autista, la enfermedad de Alzheimer o incluso la enfermedad de Parkinson, aunque aún se suele vincular espontáneamente a estas dos últimas patologías con una afección del cerebro.
En 2017, investigadores estadounidenses bautizaron con la palabra «mapranose» (por Microbiota Associated PRoteopathy And Neuroinflammation) a un concepto que vincula la microbiota a las enfermedades de Parkinson y Alzheimer.
Sus investigaciones echaron luz sobre la implicación de bacterias intestinales generadoras de proteínas amiloides capaces de aumentar la producción de α-sinucleína a la altura del intestino. Esta proteína, en un mala conformación, podría ser conducida a través del eje intestino-cerebro y favorecería la formación de agregados en el cerebro, provocando una afección neurodegenerativa.
Partícipe de esta corriente científica, el catedrático John F. Cryan (APC Microbiome Institute, Cork, Irlanda) se interesa particularmente por el rol de la microbiota en el desarrollo neurológico, la neuroinflamación y los procesos de envejecimiento. En este boletín, explica cómo las enfermedades de Parkinson y Alzheimer podrían provenir del intestino y describe las disbiosis asociadas a estas enfermedades neurodegenerativas, así como el posible rol del nervio vago.
Por su parte, el catedrático Emmanuel Mas (Hôpital des enfants, Toulouse, Francia) repasa el rol del eje microbiota-intestino-cerebro en las enfermedades psiquiátricas: comenta los resultados de un estudio chino reciente que pone de manifiesto una disbiosis intestinal en niños que presentan un trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Según estos trabajos, la abundancia de Faecalibacterium a la altura de la microbiota intestinal podría correlacionarse negativamente con la severidad del TDAH.
Todas estas contribuciones sugieren que las perspectivas de investigación y de aplicación son prometedoras, incluso si los mecanismos por los cuales la microbiota influye – o está correlacionada – con estas enfermedades, todavía deben ser estudiados con mayor profundidad.
¡Esperamos que disfruten de la lectura!
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