La microbiota intestinal incriminada en la enfermedad de Alzheimer
La microbiota intestinal de los pacientes que padecen una enfermedad de Alzheimer presenta una disbiosis. Pero ¿es la causa de la enfermedad o una consecuencia? Unos experimentos de TMF realizados en la rata sugieren un papel causal.
Espacio para el público general
Encuentra aquí tu espacio dedicadoen_sources_title
en_sources_text_start en_sources_text_end
Acerca de este artículo
La microbiota intestinal estaría implicada en la enfermedad de Alzheimer. Dan testimonio de ello las alteraciones específicas de esta microbiota en los enfermos y en los modelos murinos. Pero estas modificaciones de la microbiota intestinal ¿son la causa o un síntoma de la enfermedad? Los trabajos publicados en Brain 1 aportan algunos elementos de respuesta.
Alteración del estado cognitivo y firma microbiana
Los 64 enfermos de Alzheimer incluidos en el estudio presentan, en comparación con los 69 sujetos sanos, una mayor inflamación sistémica. Su microbiota es más rica en Bacteroidetes (que comprenden numerosas especies proinflamatorias) y más pobre en Firmicutes y Verrucomicrobiota (consideradas beneficiosas). Clostridium sensu stricto 1 y Coprococcus, productor de ácidos grasos de cadena corta, están menos presentes, mientras que crece la cantidad del patobionte Desulfovibrio.
Estas alteraciones de la microbiota intestinal se asocian al estado clínico de los pacientes con Alzheimer y, en especial, a los índices de evaluación cognitiva y mnésica MMSE (Mini-Mental State Examination): cuanto menos Coprococcus esté presente, menos elevado es el índice MMSE; cuanto más abundantes son Desulfovibrio y Dialister, más se degrada el índice MMSE. Estos resultados muestran una firma microbiana de la alteración del rendimiento cognitivo en la enfermedad de Alzheimer.
60-70 % de los casos La demencia se debe a diversas enfermedades y lesiones que afectan al cerebro. La enfermedad de Alzheimer es la causa más frecuente de demencia y sería el origen del 60 al 70 % de los casos.
Más de 55 millones Actualmente, existen más de 55 millones de personas con demencia en el mundo. Cada año cuenta con cerca de 10 millones de nuevos casos.
Un TMF modifica la función cólica…
Quedaba por comprender la contribución de la microbiota intestinal humana en la enfermedad de Alzheimer. Para ello, el equipo ha trasplantado muestras fecales de pacientes de Alzheimer y de sujetos sanos a ratas jóvenes adultas con una microbiota empobrecida por 7 días de antibióticos. Mientras que la diversidad de los taxones se mantiene en las ratas que recibieron una microbiota sana, el TMF de un paciente de Alzheimer induce una modificación más importante de los taxones, en especial con un aumento de Desulfovibrio. La función cólica de las ratas que recibieron la microbiota de un paciente de Alzheimer también se modifica (heces más húmedas, acortamiento del colon, hiperplasia de las criptas del colon proximal…).
… y transfiere la alteración de la memoria
Pero, sobre todo, las ratas que recibieron la microbiota de un paciente de Alzheimer realizan peor ciertas tareas, como las que necesitan la memoria espacial a largo plazo y dependen fisiológicamente de la neurogénesis, procesos a través de los cuales las células madre neurales del hipocampo generan nuevas neuronas a lo largo de la vida. Por otra parte, los autores demuestran que el TMF de un paciente con Alzheimer altera esta neurogénesis y, sobre todo, la supervivencia y la arborización dendrítica de las neuronas. ¿Cómo? Sin duda por vía vascular. Los autores incriminan a ciertos metabolitos bacterianos capaces de franquear la barrera hematoencefálica. Por otra parte, los autores muestran que, in vitro, bañar las células embrionarias progenitoras del hipocampo en suero de enfermos altera la proliferación neuronal, la diferenciación y la morfología de las dendritas.
Estos resultados, que deberán complementarse con otros estudios (mecanicistas, de intervención, metabolómicos…), demuestran que la enfermedad de Alzheimer no se limita al cerebro. Podrían inspirar nuevas perspectivas destinadas a retrasar la aparición o ralentizar la progresión de las demencias, e incluso aplicarse a otros trastornos neurodegenerativos y cognitivos.