La microbiota intestinal implicada en la patogenia de la esteatosis hepática no alcohólica
Revisión de prensa
Por el Pr. Markku Voutilainen
Facultad de medicina de la Universidad de Turku; gastroenterología, Hospital Universitario de Turku, Finlandia
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La esteatosis hepática no alcohólica (non-alcoholic fatty liver disease, NAFLD) es la enfermedad hepática más frecuente en los países occidentales, y afecta al 25 -30% de la población general. La NAFLD es una simple esteatosis hepática sin inflamación o con una inflamación mínima. Puede empeorar y convertirse en esteatohepatitis no alcohólica (NASH), que se caracteriza por una esteatosis, una inflamación y una fibrosis. La NASH puede desembocar en una cirrosis, que constituye un factor de riesgo para un carcinoma hepatocelular (CHC). La NAFLD asocia obesidad e insulinorresistencia, dos síntomas que caracterizan el síndrome metabólico.
Puri y Sanyal examinaron el papel del microbioma intestinal en la NAFLD [5]. Un aumento de la masa del tejido adiposo asociado a una activación del sistema inmunitario innato provoca una insulinor- resistencia. La alteración de la microbiota y el aumento de la permeabilidad intestinal son el origen de la activación de la respuesta inmunitaria. El microbioma también puede afectar a los órganos extraintestinales por traslocación, señalización neurohumoral a nivel del intestino y por una alteración de los metabolitos y de las sustancias nutricionales absorbidas en el intestino.
Chen y sus colaboradores examinaron el papel de la microbiota intestinal en el metabolismo de los ácidos biliares [6]. La microbiota produce enzimas que, en los intestinos, transforman los ácidos biliares primarios (sintetizados y conjugados en el hígado) en ácidos biliares secundarios. Una disbiosis puede provocar una disminución de la síntesis de ácidos biliares secundarios que a su vez reduce la activación de receptores nucleares como el FXR (farnesoid X receptor), el PXR (pregnane X receptor), el TGR5 (Takeda G-proteincoupled bile acid protein 5) y el receptor de la vitamina D. Estos receptores desempeñan funciones importantes en la regulación de la energía y es posible que su mal funcionamiento desempeñe un papel en la patogénesis de la NAFLD.
La disbiosis conduce al aumento de la actividad de las hidrolasas biliares, conlleva un aumento de la desconjugación de los ácidos biliares primarios, y está asociada a una perturbación del metabolismo de los lípidos y del colesterol, a un aumento de peso y a una perturbación de la señalización [6].
La microbiota intestinal se modifica en caso de NAFLD, pero no encontramos un perfil uniforme [6]. Ciertas bacterias (C. leptum por ejemplo) que transforman los ácidos biliares primarios disminuyen en las heces de los pacientes afectados por NAFLD. Una disminución del FXR aumenta la síntesis de los ácidos biliares primarios, la gluconeogénesis, y la síntesis de los triglicéridos y de las lipoproteínas de muy baja densidad. Por consiguiente, la disminución del FXR y la de la TGR5 podrían estar implicadas en la patogenia de la NAFLD. La modulación de la microbiota intestinal podría ser una opción terapéutica para la NAFLD. Los probióticos podrían ajustar la totalidad de la reserva de ácidos biliares en lugar de los receptores nucleares individuales [6].
Se ha utilizado una variedad de definiciones, de evaluaciones histológicas, de métodos y diferentes enfoques bioinformáticos en los estudios sobre el micro- bioma intestinal en la NAFLD. Por consiguiente, es difícil extraer conclusiones generalizables de las modificaciones de la microbiota en la patogenia de la NAFLD [5]. Los mecanismos que vinculan las modificaciones de la microbiota a la patogenia de la NAFLD son una mayor extracción de energía en el intestino y el aumento de la absorción hepática de los ácidos gra- sos libres, la alteración de la función de la barrera intestinal y la endotoxemia acompañada de una inflamación, la alteración del metabolismo de los ácidos biliares y de la colina.
Loman et al. analizaron el impacto del tratamiento por pre- y probióticos en la NAFLD [7]. Identificaron 25 estudios que respondían a los criterios PICOS*: 9 evaluaron tratamientos prebióticos, 11 tratamientos probióticos y 7 tratamientos simbióticos. Estos tratamientos redujeron significativamente el índice de masa corporal (IMC), las transaminasas hepá- ticas y la ν-glutamil-transferasa, así como los índices de colesterol y de triglicéridos. El efecto de los pro y prebióticos fue similar en el IMC, las enzimas hepáticas y el colesterol de alta densidad. Las principales debilidades de estos estudios eran la falta de análisis sobre la microbiota intestinal, la heterogeneidad de los tratamientos y su corta duración. Sin embargo, el presente metanálisis era el primero en referir modificaciones simultáneas inducidas por un tratamiento modulador de la microbiota en el peso, el metabolismo de los lípidos y la inflamación en la NAFLD.