Los inhibidores de la bomba de protones modifican el microbioma intestinal
Revisión de prensa
Por el Pr. Markku Voutilainen
Facultad de medicina de la Universidad de Turku; gastroenterología, Hospital Universitario de Turku, Finlandia
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Los inhibidores de la bomba de protones (IBP), unos de los medicamentos más frecuentes a pesar de que para cerca de la mitad de las prescripciones hay una utilización sin base científica suficiente, desempeñan una función principal en el tratamiento de la úlcera gastroduodenal y del reflujo gastroesofágico. Inhiben la secreción ácida de las células parietales gástricas. Una hipoclorhidria inducida por IBP puede aumentar el riesgo de infecciones.
Mishiro et al. estudiaron el impacto de la administración diaria de 20 mg de esomeprazol durante 1 mes sobre la microbiota salivar, periodontal y fecal en 10 voluntarios sanos [1]. La microbiota del colon contenía el mayor número de especies. Firmicutes, Bacteroidetes, Actinobacteria y Proteobacteria eran los filos más abundantes en las heces, mientras que Firmicutes, Proteobacteria, Bacteroidetes y Fusobacteria eran los más abundantes en la saliva y el líquido de la bolsa periodontal. El IBP dio lugar a una reducción significativa de la diversidad de la microbiota salivar. Había más Streptococcus, que se encuentran principalmente en la parte superior del tracto gastrointestinal, en las heces así como en la saliva y el líquido de bolsa parodontal después del tratamiento [1].
Stark et al. realizaron un estudio retrospectivo en 333 353 niños americanos [2]. Las prescripciones de IBP estaban asociadas a la obesidad. Cada clase de antibióticos adicional aumentaba el riesgo de obesidad, y cada prescripción adicional de 30 días de antiácidos reforzaba su vínculo con la obesidad.
Mailhe et al. examinaron la composición de la microbiota intestinal de 6 pacientes que se habían sometido a una gastroscopia y a una colonoscopia [3]. Se extrajeron muestras a nivel del estómago, del duodeno, del íleon y del colon. Se realizaron análisis por culturómica utilizando la espectrometría de masa MALDI-TOF (matrix assisted laser desorption ionisation-time of flight) y la secuenciación de la región V3-V4 del ARNr 16S. En total, se observaron 368 especies bacterianas (de entre las cuales 37 nuevas): 110 en el estómago, 106 en el duodeno y 235 en el colon descendente. La parte superior del intestino contenía menos especies anaerobias y una microbiota menos rica que la parte inferior. Tres pacientes estaban en tratamiento crónico con IBP; su pH gástrico y su diversidad bacteriana eran más elevados que en los pacientes que no utilizaban IBP. Unos investigadores de Cleveland estudiaron el impacto de los IBP en la microbiota intestinal [4]. La principal consecuencia del tratamiento por IBP es el aumento del pH gástrico. Este tratamiento puede conducir a una colonización gástrica excesiva por Streptococcus, que puede acarrear síntomas dispépticos. El riesgo de proliferación bacteriana del intestino delgado (PBID) aumenta solo moderadamente durante este tratamiento [4]. Los IBP y los antibióticos aumentan el riesgo de infección por Clostridium difficile. El tratamiento por IBP también puede aumentar el riesgo de peritonitis bacteriana espontánea en la cirrosis hepática. Se ha establecido una asociación estadística entre la utilización de IBP y la incidencia de infecciones por Salmonella y Campylobacter.
Los IBP provocan disbiosis. Los estudios observacionales que muestran asociaciones entre IBP y efectos indeseables no demuestran sistemáticamente una relación de causalidad. Los usuarios de IBP están enfermos más a menudo que quienes no los usan, lo que podría explicar en parte el aumento de efectos indeseables. En cualquier caso, los IBP deben utilizarse únicamente para indicaciones basadas en evidencias científicas, con las dosis mínimas eficaces, y deben dejarse una vez obtenida la respuesta terapéutica.