Informe sobre el 30a congreso del grupo europeo de helicobacter
De vuelta del congreso
Por el Pr. Francis Mégraud
Laboratorio de Bacteriología Hospital Universitario Pellegrin, Burdeos, Francia
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Del 7 al 9 de septiembre de 2017 se realizó el 30° congreso del European Helicobacter & Microbiota Study Group en Burdeos, Francia, donde ya tuvo lugar el primer encuentro de este grupo en 1988. Un importante avance fue la incorporación, como tema, de la microbiota intestinal, que incluyó un curso de posgrado sobre “Antibioticoterapia y el intestino: nuevos conceptos”, una clase magistral sobre la microbiota y varios simposios y talleres sobre el tema.
La aportación determinante de la culturómica
D. Raoult de Marsella, Francia, realizó la primera presentación del curso de posgrado, durante la cual se repasaron los conceptos de la microbiota intestinal mediante culturomics. De hecho, los estudios con secuenciación de ADNr 16S y la metagenómica han abierto este campo, pero tienen limitaciones, tales como discrepancias que ocurren a nivel de la extracción de ADN, de la secuenciación y del análisis bioinformático, y por falta de minorías de población. Por estos motivos, surgió el concepto de culturomics, que permite el descubrimiento de un número importante de nuevas especies bacterianas, Archaea, y también grandes virus, que no pudieron detectarse por análisis metagenómicos. Este enfoque, que al comienzo era extremadamente engorroso (200 medios diferentes utilizados), ahora es más práctico en su laboratorio, donde se utilizan únicamente 17 medios en simultáneo, lo que permite detectar discrepancias todas las semanas.
Microbiota y antibióticos
La segunda charla también fue fascinante. M. Blaser (Nueva York, NY, EE. UU.) presentó la supuesta conexión entre la microbiota intestinal y varias enfermedades crónicas cuyas etiologías siguen siendo dudosas, como el asma, la obesidad, la diabetes y la enfermedad inflamatoria intestinal, entre otras. La prevalencia de estas enfermedades aumenta en todo el mundo, y en paralelo al aumento del uso de los antibióticos. Actualmente existen datos que demuestran que las bacterias que han coevolucionado con el humano son esenciales para una buena salud. La microbiota se establece en una franja de edad (entre los 0 y los 3 años) y es posible que el consumo de antibióticos a esta edad resulte en la desaparición de parte de la microbiota y, por lo tanto, de la diversidad bacteriana, que es un importante criterio para la salud. Los experimentos en ratones han demostrado que los antibióticos pueden modificar la composición de la microbiota intestinal, que tienen un impacto en el aumento de la adiposidad y la modificación de la respuesta inmunológica, así como que favorecen el desarrollo de varias enfermedades.
Después de describir el estado actual de la disbiosis intestinal asociada con varias enfermedades, un enfoque interesante fue considerar cómo limitar el efecto de los antibióticos en la microbiota intestinal. Una primera aproximación sería agregar probióticos a los tratamientos con antibióticos, pero los probióticos no son todos iguales. Saccharomyces boulardii parece destacar en esta área. Todos los estudios demuestran el efecto beneficioso de esta levadura sobre la diarrea asociada a los antibióticos. Entre los lactobacilos, hay una especie emergente interesante para este fin: Lactobacillus rhamnosus GG, como explicó H. Sokol.
Nuevas aproximaciones
Actualmente existen enfoques sin probióticos que previenen la disbiosis intestinal. Estos fueron presentados por A. Andremont. De hecho, los antibióticos se absorben en el intestino delgado, y sus efectos negativos en la microbiota intestinal ocurren esencialmente en el colon. Ya se ha intentado administrar betalactamasa en el colon para evitar los efectos de los antibióticos betalactámicos, así como otras alternativas que utilizan carbón activado de tipo absorbente recubierto. Los experimentos en ratones y perros han sido exitosos, en especial para los antibióticos del grupo de las fluoroquinolonas.
Una vez que se establece la disbiosis, es posible la restauración mediante un trasplante de microbiota fecal (TMF). Un TMF alogénico puede curar la infección por Clostridium difficile. El autotrasplante puede ser una opción en caso de un tratamiento con antibióticos planificado, y sería más aceptable debido a que se evitaría un riesgo por patógenos desconocidos. El TMF necesita una legislación común en Europa y una estandarización de su proceso.