Edulcorantes artificiales, microbiota intestinal y salud metabólica: una interacción que hay que examinar con lupa
Por la Prof. Karine Clément
Universidad de la Sorbona, Inserm, Unidad de Investigación en Nutrición y Obesidad; enfoques sistémicos, París, Francia; Servicio de Nutrición, Asistencia Pública – Hospitales de París, Hospital Pitié-Salpêtrière, París, Francia
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Acerca de este artículo
Los edulcorantes son considerados como una alternativa interesante frente al consumo excesivo de azúcares simples, que se consideran perjudiciales para la salud cardiometabólica [1]. Se pueden consumir directamente o en productos procesados [2]. En la revista Cell, Suez et al. comparten los resultados de un ensayo controlado aleatorizado que demuestran que, paradójicamente, ciertos edulcorantes podrían provocar alteraciones en la tolerancia a la glucosa y que algunos de estos efectos son mediados por cambios en la microbiota intestinal [3].
¿Cómo explica que, mientras que los cuatro edulcorantes investigados repercuten en la composición y las funciones de la microbiota intestinal, solo dos de ellos tengan un efecto sobre la glucemia (la sacarina y la sucralosa) ?
El consumo de edulcorantes se puede proponer a personas con enfermedades metabólicas, ya que les ayuda a reducir la ingesta de calorías, perder peso y mejorar el riesgo metabólico [4]. Sin embargo, con el tiempo ha surgido la preocupación de que los edulcorantes no sean neutros [5, 6]. Algunos autores de esta publicación ya habían demostrado, en 2014, que ratones a los que se administraba aspartamo, sacarina y sucralosa (en dosis altas) desarrollaban intolerancia a la glucosa debido a las alteraciones de la microbiota intestinal [7]. En este nuevo trabajo han ido un paso más allá, con un estudio clínico muy bien desarrollado, esta vez en humanos. En 120 participantes sanos, los investigadores evaluaron los efectos de la sucralosa, de la sacarina, de la estevia y del aspartamo —administrados durante 14 días—, sobre la tolerancia a la glucosa (cinco grupos de estudio, 20 participantes por grupo y un grupo testigo). Se utilizaron dosis inferiores a la dosis diaria recomendada. La ingesta de sacarosa y de sucralosa provocó un empeoramiento de la tolerancia a la glucosa, al contrario que el aspartamo y la estevia, con un efecto neutro. Estos edulcorantes produjeron efectos diferentes en la composición de la microbiota oral y fecal y en funciones clave (como el metabolismo de las purinas o de las pirimidinas, la glucólisis o el metabolismo de los aminoácidos). Se observó un mayor efecto con la sucralosa. Los estudios de transferencia de microbiota (de humanos a ratones) han demostrado la causalidad de los efectos. Los animales, colonizados con muestras de participantes suplementados con edulcorantes, presentaron un distinto grado de alteración de la tolerancia a la glucosa. Parece que la composición química de los edulcorantes influye en la microbiota, pero debe estudiarse en detalle el mecanismo exacto por el cual pueden ejercer estos efectos variables en el anfitrión a través de cambios en la microbiota fecal. En concreto, la sucralosa, la sacarina y la estevia se metabolizan parcialmente en el tubo digestivo superior y solo una ínfima proporción llega al colon.
¿Esto quiere decir que les recomendaría a sus pacientes que no consumieran edulcorantes no nutritivos, porque puede que no sean fisiológicamente inertes?
En mi práctica clínica no proponemos de manera sistemática el consumo de edulcorantes, sobre todo porque no hay pruebas que demuestren su eficacia para la pérdida de peso. Sin embargo, para los pacientes que no consiguen deshabituarse al sabor dulce, puede ser preferible recurrir a edulcorantes naturales, como el glucósido de esteviol, que puede utilizarse de forma transitoria y razonada. Sin embargo, los resultados expuestos previamente subrayan la necesidad de una evaluación sólida de las repercusiones a corto y largo plazo sobre la salud humana de los edulcorantes disponibles, antes de llegar a una conclusión sobre si se debe aconsejar o no seguir utilizándolos como una ayuda para reducir riesgos metabólicos.
1. Andrade L, Lee KM, Sylvetsky AC, Kirkpatrick SI. Low-calorie sweeteners and human health: a rapid review of systematic reviews. Nutr Rev 2021 ; 79 : 1145-64.
2. Carocho M, Morales P, Ferreira ICFR. Sweeteners as food additives in the XXI century: A review of what is known, and what is to come. Food Chem Toxicol 2017 : 107 : 302-17.
3. Suez J, Cohen Y, Valdés-Mas R, et al. Personalized microbiome-driven effects of non-nutritive sweeteners on human glucose tolerance. Cell 2022 ; 185 : 3307-28.e19.
4. McGlynn ND, Khan TA, Wang L, et al. Association of low- and no-calorie sweetened beverages as a replacement for sugar-sweetened beverages with body weight and cardiometabolic risk: a systematic review and meta-analysis. JAMA Netw Open 2022 ; 5 : e222092.
5. Humphries P, Pretorius E, Naudé H. Direct and indirect cellular effects of aspartame on the brain. Eur J Clin Nutr 2008 ; 62 : 451-62.
6. Wu GD, Chen J, Hoffman C, et al. Linking long-term dietary patterns with gut microbial enterotypes. Science 2011 ; 334 : 105-8.
7. Suez J, Korem T, Zeevi D, et al. Artificial sweeteners induce glucose intolerance by altering the gut microbiota. Nature 2014 ; 514 : 181-6.