La microbiota urogenital masculina bajo la influencia de las relaciones sexuales vaginales
La uretra masculina – territorio poco descrito hasta ahora – alberga también una microbiota. Las relaciones sexuales vaginales podrían remodelar su composición y convertirla en un reservorio de bacterias responsables de la vaginosis en las mujeres.
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Acerca de este artículo
Poco se sabe sobre la microbiota de la uretra peneana y la obtención de muestras – un proceso doloroso – se reserva a menudo a los hombres que padecen infecciones de transmisión sexual (ITS). Sin embargo, cada vez más pruebas inducen a pensar que microorganismos colonizan esta mucosa, incluso en los individuos sanos. Un estudio estadounidense en el que participaron 110 hombres sin síntomas uretrales, infecciones o inflamaciones, revela por fin la identidad de estos microorganismos.
Un «núcleo» microbiano…
La mayoría de los individuos participantes eran heterosexuales. Se practicó un frotis a cada hombre en los primeros 2 cm de la uretra para analizar la microbiota (técnica shotgun). En total, se detectaron 117 especies diferentes de bacterias. La mayoría de las muestras contenían bacterias ácido-lácticas (por ejemplo, Streptococcus mitis) y corinebacterias, que podrían representar el «núcleo duro» de la microbiota y garantizar la salud de la uretra. Pero hay más. Los científicos identificaron también en algunos hombres bacterias asociadas a la vaginosis bacteriana en la mujer, sobre todo Gardnerella vaginalis. Así pues, el aparato genital masculino podría ser colonizado por bacterias potencialmente patógenas para la mujer, aunque en conjunto su microbiota difiere considerablemente de la de la vagina.
10% El 10% de la microbiota presente en la uretra masculina se encuentra bajo la influencia de las relaciones sexuales, en especial las penetraciones vaginales.
Y dos uretrotipos
Cabe distinguir dos tipos de microbiota uretral (o uretrotipos, UT): una microbiota de tipo 1 (UT1), de escasa riqueza y diversidad, principalmente dominada por S. mitis, y una microbiota UT2, más rica y diversificada, dominada por G. vaginalis y compuesta por 9 bacterias asociadas a enfermedades vaginales (vaginosis bacteriana, vaginitis…) y capaces de formar biopelículas con G. vaginalis. Dado el grado de afinidad de las bacterias por el oxígeno, los investigadores consideran que estas dos microbiotas ocupan nichos diferentes: la UT1 se sitúa cerca del meato urinario mientras que la UT2 ocupa un sitio un poco más profundo.
Por otra parte, la UT2 se asocia a relaciones sexuales vaginales, y ciertas bacterias asociadas a la vaginosis bacteriana todavía se pueden detectar en los 60 días siguientes a la relación sexual y en menor medida después de un año e incluso durante toda la vida. El sexo vaginal en los 2 meses anteriores explica por sí solo el 4,26% de la varianza de la composición de la microbiota uretral masculina. Y las prácticas sexuales en su conjunto (oral, vaginal, anal), del orden del 10% de esta varianza.
Por último, no se observó ninguna correlación entre el uretrotipo y otras variables como el sexo anal u oral, la edad, el origen étnico o los antecedentes de ITS.
¿La vaginosis bacteriana es una ITS?
Por lo tanto, la microbiota urogenital masculina está relacionada con el comportamiento sexual y la uretra podría, en algunos hombres, albergar un amplio abanico de agentes potencialmente patógenos para la microbiota vaginal femenina, hasta el punto de representar un reservorio de microorganismos sexualmente transmisibles y de poder contaminar a las mujeres durante las relaciones no protegidas. Por consiguiente, ¿la vaginosis bacteriana es una ITS? En la actualidad no se considera como tal, pero esta hipótesis (que no es nueva) se examinará en profundidad en próximos estudios que, esta vez, se realizarán en parejas.