Dr. Jean-Marc Bohbot : El arsenal terapéutico completo, el que también se dirigirá a la microbiota
El doctor Jean-Marc Bohbot, infectólogo especialista en infecciones genitourinarias, es responsable del departamento de “Infecciones de Transmisión Sexual” del Instituto Alfred Fournier (París 14.o). Por otra parte, es autor de libros dirigidos al público general sobre las infecciones de transmisión sexual y la microbiota vaginal.
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El arsenal terapéutico completo: el que también se dirigirá a la microbiota
Sobrevaloramos el poder de la microbiota en el ámbito urogenital?
DEn los últimos años, hemos comenzado a conocer mejor la microbiota urogenital y ahora sabemos que puede interferir en infecciones, trastornos urinarios relacionados con la menopausia e in- cluso tumores. Esta microbiota y sus anomalías deben tenerse en cuenta en el tratamiento de los pacientes, y los probióticos forman parte del arsenal terapéutico; por supuesto, no es nuestra única arma, pero es un elemento imprescindible porque los tratamientos antiinfecciosos no tratan la causa de las recidivas, es decir, la disbiosis
Actualmente, frente a las infecciones urinarias, ¿cuál es el lugar de los probióticos, en su opinión?
Las infecciones urinarias están íntimamente re- lacionadas con el desequilibrio de tres microbio- tas: la microbiota urinaria, ya que la orina no es estéril; la microbiota vaginal, con la que presenta numerosas similitudes, y la microbiota intestinal, de donde proceden los patógenos implicados en las afecciones urinarias, como E. coli, que viaja del ano al vestíbulo vaginal y después a la vejiga. Ante una infección urinaria aislada, se justifica un tratamiento antibiótico convencional. En cambio, en caso de infección urinaria recurrente (más de 4 episodios al año), es indispensable, después de haber descartado causas funcionales (tumor de vejiga, etc.), interrogar a la mujer sobre posibles trastornos de la microbiota intestinal (estreñi- miento, etc.) o de la microbiota vaginal, que des- empeña una función de esclusa protectora entre los sistemas digestivo y urinario. La prevención de recidivas supone la prescripción, durante 3 a 6 meses, de probióticos intestinales por vía oral en caso de disbiosis de la microbiota intestinal y/o de probióticos vaginales, idealmente por vía vaginal. Estos tratamientos pueden asociarse a arándano rojo, que reduce la fijación de los coli- bacilos en la vejiga.
¿Y en las infecciones vaginales?
Existen dos tipos de infecciones vaginales: las infecciones endógenas relacionadas con el de- sarrollo de microorganismos (bacterias u hongos) endógenos y las infecciones exógenas contraí- das durante las relaciones sexuales. En las infecciones endógenas, en caso de epi- sodio aislado, un óvulo antimicótico o un trata- miento antibiótico pueden ser suficientes. Pero, si existe un riesgo de recidiva, la disbiosis debe tratarse mediante la prescripción de probióticos ginecológicos durante varios meses. Los probióticos también tienen un lugar en las in- fecciones exógenas; cuanto más desequilibrada esté la microbiota vaginal, mayor es el riesgo de adquirir una ITS (infección de transmisión sexual), así como el riesgo de evolución desfavorable. Por ejemplo, el riesgo de que el virus del papiloma no sea eliminado por completo es 4 o 5 veces mayor en caso de disbiosis, y la lesión progre- sa más rápidamente a formas potencialmente cancerosas. De ahí la importancia de evaluar un posible desequilibrio de la microbiota vaginal en las mujeres infectadas mediante una simple determinación de la acidez (el pH debe situarse entre 3,5 y 4,5) y después mediante una toma de muestra vaginal si el pH es superior a 4,5. En caso de desequilibrio, deben prescribirse probióticos que se hayan sometido a ensayos de laboratorio y estudios clínicos. Una disbiosis vaginal también aumenta el riesgo de contraer el VIH; mientras que la acidez de los lactobacilos destruye el virus, un estado inflama- torio multiplica la presencia de linfocitos, que son células diana del virus.
Por último, ¿qué se puede esperar del trasplante de microbiota vaginal?
Se han dado a conocer un poco más de veinte casos de trasplante de microbiota vaginal. Si bien los resultados son interesantes, todavía no son decisivos. La idea de trasplantar una microbiota para tratar una vaginosis bacteriana recurrente tropieza todavía con dos obstáculos importantes: por un lado, la definición de los criterios de selec- ción de la donante −considerando además que la ausencia de síntomas no significa que su flora esté equilibrada− y, por otro lado, la definición de las indicaciones de la receptora. Dentro de uno o dos años, sin duda se sabrá si el trasplante de microbiota vaginal puede utilizarse como último recurso.