Del intestino al cerebro: el trasplante de microbiota fecal produce resultados prometedores en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson
Un estudio pionero revela que el trasplante de microbiota fecal (TMF) es capaz de mejorar significativamente los síntomas motores de la enfermedad de Parkinson. Descubra cómo la modulación de la microbiota intestinal puede ofrecer una nueva y prometedora vía de tratamiento para esta enfermedad debilitante.
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En un estudio reciente realizado por el doctor Arnout Bruggeman y su equipo del Hospital Universitario de Gante, el trasplante de microbiota fecal (TMF) produjo resultados prometedores en el tratamiento de los síntomas motores de la enfermedad de Parkinson (EP). Este enfoque innovador subraya el potencial de la modulación de la microbiota intestinal como estrategia terapéutica para este trastorno neurológico debilitante.
Un nuevo enfoque para la enfermedad de Parkinson
El ensayo GUT-PARFECT –un estudio de fase 2 con doble enmascaramiento y controlado con placebo– evaluó la seguridad y eficacia de un único TMF en pacientes con enfermedad de Parkinson leve a moderada. Los participantes, de 50 a 65 años de edad, fueron distribuidos al azar entre un grupo que recibió un TMF de un donante sano y un grupo que recibió sus propias heces (grupo placebo). El objetivo principal era evaluar las variaciones de la puntuación motora de la escala MDS-UPRS (Movement Disorders Society-Unified Parkinson's Disease Rating Scale) durante un periodo de 12 meses.
El estudio incluyó a 46 pacientes que se sometieron a evaluaciones clínicas al inicio y 3, 6 y 12 meses después del TMF. Los resultados mostraron una mejora significativa de los síntomas motores en los pacientes que recibieron heces de un donante sano. A los 12 meses, la puntuación motora de la escala MDS-UPDRS mejoró una media de 5,8 puntos en el grupo «donante», frente a una mejora de 2,7 puntos en el grupo placebo.
Resultados sorprendentes
Uno de los hallazgos más sorprendentes fue la respuesta prolongada que se observó en el grupo placebo. Hasta seis meses después del TMF, los pacientes que recibieron sus propias heces también mostraron mejoras notables, aunque menos pronunciadas que las del grupo que recibió un TMF de un donante sano. Esto tiende a indicar que incluso el TMF autólogo puede ejercer un impacto en la microbiota intestinal que afecte a los síntomas motores, lo cual pone de relieve el complejo papel del eje intestino-cerebro en la enfermedad de Parkinson.
El estudio también reveló mejoras significativas del tiempo de tránsito del colon en el grupo del TMF de donantes sanos en comparación con el grupo placebo. La mejoría de la función digestiva resulta particularmente importante para los pacientes con EP ya que a menudo estos pacientes sufren de estreñimiento severo. Sin embargo, desde el punto de vista de los pacientes, la diferencia no fue suficiente para producir una mejora clínica apreciable y las diferencias en las puntuaciones de la escala de estreñimiento de Wexner comunicadas por los pacientes no fueron significativas entre los grupos.
La seguridad primero y el tratamiento después
La seguridad fue un aspecto crucial de este estudio. El procedimiento de TMF fue bien tolerado y solo se notificaron síntomas digestivos leves y transitorios, por ejemplo, molestias abdominales que se resolvieron en una semana. No se observaron eventos adversos severos, lo que confirma el perfil de seguridad favorable del TMF.
Los resultados del ensayo GUT-PARFECT abren interesantes perspectivas para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson. Si estos resultados se confirman en estudios de mayor envergadura, el TMF podría convertirse en una valiosa herramienta en el arsenal terapéutico contra la EP. El futuro del tratamiento de la enfermedad de Parkinson bien podría encontrarse en nuestros intestinos. Si logramos aprovechar el poder de la microbiota, se podría allanar el camino hacia estrategias terapéuticas más eficaces e integrales para esta compleja enfermedad.
Manteniéndose informados sobre los últimos adelantos, educando a los pacientes, aplicando estrictos protocolos de seguridad y participando en la investigación en curso, los profesionales sanitarios pueden contribuir de manera preponderante al desarrollo del potencial del trasplante de microbiota fecal como una opción terapéutica viable para la enfermedad de Parkinson. La Biocodex Microbiota Foundation otorgó una beca nacional a este estudio pionero en 2019.