Choque tóxico menstrual: la microbiota equilibrada hace de barrera contra los ataques de S. aureus
El choque tóxico menstrual no es solo una cuestión de bacterias patógenas (S. aureus, en este caso), sino también de bacterias vaginales comensales. Las principales entre las más protectoras son Lactobacillus jensenii y L. crispatus.
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Acerca de este artículo
Fiebre elevada y erupciones cutáneas, hipotensión e incluso insuficiencia multiorgánica: aunque raro, el choque tóxico menstrual puede poner en juego el pronóstico vital de las personas afectadas, con frecuencia las más jóvenes. En el centro de esta infección está la bacteria Staphylococcus aureus, productora de la toxina TSST-1. La fabricación de esta toxina depende del medio vaginal: se ve favorecida por la presencia de oxígeno (aumentada por los tampones y las copas), una baja concentración de glucosa y un pH neutro. De ahí el papel protector de la microbiota vaginal, caracterizada por el predominio de lactobacilos, que acidifican el medio vaginal.
Pero la disminución de estrógenos y la menor concentración de glucosa vaginal (debida a la pérdida de mucosa) cuando llega la menstruación reducen la cantidad de estos lactobacilos. ¿Acaso estas condiciones podrían favorecer el choque tóxico menstrual? Para saberlo, unos investigadores 1 han estimulado in vitro diferentes entornos vaginales para medir sus efectos sobre la producción de TSST-1.
Entre 1 y 3 personas de cada 100 000 que utilizan dispositivos intravaginales (tampones, copas) se exponen a un riesgo de choque tóxico menstrual.
Por dos o por tres El riesgo de síndrome de choque tóxico se multiplica por dos cuando se lleva el tampón durante más de 6 horas y por tres cuando se lleva toda la noche.
Imitar la microbiota vaginal in vitro
Antes de adentrarnos en los experimentos realizados, recordemos que se han identificado cinco grandes grupos de microbiotas vaginales (Community state types o CST):
- tres consideradas sanas, respectivamente dominadas por Lactobacillus crispatus (CST-I), L. gasseri (CST-II) y L. jensenii (CST-V), ;
- una considerada de transición, dominada por L. iners (CST-III) ;
- y una considerada disbiótica y asociada a la vaginosis bacteriana, compuesta por una comunidad polimicrobiana que incluye Gardnerella vaginalis (CST-IV).
Por lo tanto, los investigadores crearon medios vaginales representativos de estos cinco tipos y variaron las concentraciones de glucosa.
Tres condiciones
Se necesitan al menos tres condiciones concomitantes para el desarrollo del choque tóxico menstrual:
- la colonización vaginal por una cepa de S. aureus productora de la toxina TSST-1, que afecta del 1 al 5 % de las mujeres;
- el uso de una protección intravaginal (tampón, copa) durante la regla, que afecta del 60 al 80 % de las mujeres de los países desarrollados;
- la ausencia de anticuerpos de neutralización contra TSST-1, que afecta del 10 al 20 % de las mujeres.
Condiciones y bacterias protectoras
En caso de concentraciones elevadas de azúcar, la producción de toxina por S. aureus estaba ampliamente reducida, reprimida por la proteína del control catabólico (carbon catabolite control protein A, CcpA). Pero la microbiota vaginal también parece desempeñar un papel importante. La comparación de los diferentes tipos de microbiota muestra que la producción de toxina podría aumentar cuando la microbiota es de transición (III) y disbiótica (IV); estas dos microbiotas podrían favorecer la inflamación generada por S. aureus.
A la inversa, L. crispatus y L. jensenii limitaban la producción de toxina, en presencia o no de glucosa. L. jensenii era incluso capaz de bloquear la producción de toxina en fuerte presencia de oxígeno y de reducir la virulencia de S. aureus. Esto lo convierte en el lactobacilo más protector de entre los estudiados. Para los autores, incluso sería el mejor candidato en la búsqueda de un probiótico para quienes hayan sufrido un choque tóxico y quieran prevenir una recidiva.