Lupus - una enfermedad autoinmune

El lupus, también denominado lupus eritematoso sistémico o diseminado, es una enfermedad autoinmune. La microbiota intestinal podría estar implicada en este trastorno.

Fecha de publicación 16 Octubre 2020
Fecha de actualización 15 Mayo 2024

Acerca de este artículo

Fecha de publicación 16 Octubre 2020
Fecha de actualización 15 Mayo 2024

El número de personas afectadas por el lupuses difícil de evaluar. Se estima que su prevalencia mundial varía de 10 a 150 casos por cada 100.000 habitantes, con mayoría de mujeres (85 %).

Cuando el sistema inmunitario ataca a sus propias células

Por una razón todavía desconocida, el sistema inmunitario de las personas que padecen lupus produce anticuerpos que provocan reacciones inflamatorias y lesiones que pueden afectar a todos los tejidos. Sus síntomas son variados: fatiga, erupciones cutáneas, dolor en las articulaciones, sequedad ocular, caída del cabello, trombosis, fiebre, pleuritis o pericarditis. La enfermedad evoluciona por brotes, de duración e intensidad variables, que se alternan con fases de remisión. El diagnóstico del lupus se confirma con un análisis de sangre, mientras que el alcance del daño se mide a partir del estudio de imágenes.

Factores de predisposición, pero sin causa conocida

Aunque las causas del lupus siguen siendo un misterio, se han identificado varios factores de predisposición: los estrógenos, una composición genética, algunos medicamentos, la radiación UV, el estrés, algunos virus (virus de Epstein-Barr). Los trabajos de investigación también examinan el papel de la microbiota intestinal. Efectivamente, se observó un desequilibrio (disbiosis) en pacientes con lupus durante una fase de remisión. Además, la microbiota podría estar implicada en la producción de autoanticuerpos.

Reducir y espaciar los brotes

Ningún medicamento puede curar el lupus. Sin embargo, la asociación de varias moléculas (antiinflamatorias no esteroides, antipalúdicas, corticoides, inmunosupresoras, anticuerpos monoclonales, según la gravedad de la enfermedad) atenúa los brotes, limita las complicaciones y alarga los períodos de remisión. Paralelamente, un tratamiento de fondo, más leve, previene las recaídas.

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