La microbiota intestinal: ¿un hueso duro de roer?
¿Y si nuestra salud ósea dependiera de algunas bacterias de la microbiota intestinal? Es la idea que sugiere un estudio publicado en Frontiers in Endocrinology, que se basa en un ensayo clínico a gran escala realizado con más de 2000 estadounidenses.
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Acerca de este artículo
Detrás del término “osteomicrobiología” se oculta el estudio de los mecanismos que relacionan la microbiota intestinal con el esqueleto y las numerosas hipótesis sobre los mecanismos implicados. Por ejemplo, la microbiota intestinal podría estimular un determinado tipo de glóbulos blancos y producir una inflamación responsable de favorecer la pérdida ósea. Se habla de otros muchos mecanismos, en algunos de los cuales intervienen los (sidenote: Ácidos Grasos de Cadena Corta (AGCC) Los Ácidos Grasos de Cadena Corta (AGCC) son una fuente de energía (carburante) de las células de la persona que interactúan con el sistema inmunitario y están implicadas en la comunicación entre el intestino y el cerebro. Silva YP, Bernardi A, Frozza RL. The Role of Short-Chain Fatty Acids From Gut Microbiota in Gut-Brain Communication. Front Endocrinol (Lausanne). 2020;11:25. ) producidos por las bacterias como consecuencia de la fermentación de fibras en el colon o también compuestos alimentarios, como las vitaminas K o D. Sin embargo, faltan estudios a gran escala. O mejor dicho faltaban, porque un estudio que incluyó a unos 2000 sujetos estadounidenses proporciona nuevos datos.
La microbiota intestinal
Salud ósea: dos bacterias en el punto de mira
Este estudio fue realizado con dos grupos de participantes muy diferentes: por un lado, 836 hombres de edad avanzada (media de 84,2 años), y por otro lado 1227 hombres y mujeres de entre 50 y 60 años (media de 55,2 años). A pesar de esta heterogeneidad de los perfiles en cuanto a edad o género, dos bacterias sospechosas parecen asociarse sistemáticamente con una menor salud ósea y, por lo tanto, a un aumento del riesgo de (sidenote: Osteoporosis Enfermedad caracterizada por una disminución de la masa ósea y una degradación de la estructura del tejido que lo compone. Vuelve los huesos frágiles y, por lo tanto, aumenta considerablemente el riesgo de fracturas. Fuente: Inserm ) y de fractura ante el menor traumatismo: la bacteria Akkermansia y la bacteria Clostridiales DTU089, más abundantes en las personas que realizan poca actividad física sumado a un escaso aporte proteico, son ¡dos comportamientos poco recomendados para los que quieren conservar huesos sanos!
En cambio, las microbiotas intestinales ricas en Lachnospiraceae y Faecalibacterium se asociaban a tibias más robustas. Por lo tanto, es posible que ciertas bacterias puedan influir en la manera en que el hueso se remodela con el transcurso de los años. Posible, pero no seguro.
¡Sol, ejercicio y equilibrio alimentario!
Solo se trata de un resultado preliminar. Son necesarios estudios adicionales, sobre todo para comprender mejor los mecanismos a través de los cuales ciertas bacterias consiguen influir en la integridad de nuestro esqueleto. Con una enorme esperanza, la de poder, algún día, modular nuestra microbiota intestinal para proteger mejor la salud ósea.
Mientras tanto, el tiempo pasado en el exterior (para aprovechar el sol y producir la famosa vitamina D, que facilita la absorción del calcio), el ejercicio regular y una alimentación equilibrada participarán en la preservación de la salud de los huesos a lo largo de los años.