Palabra de experto : Pr Emmanuel Haffen
El profesor Emmanuel Haffen, psiquiatra del Hospital Universitario de Besançon y director del Laboratorio de Neurociencia Integrativa y Clínica de Besançon (Francia), es además especialista en trastornos del estado de ánimo y estudia la relación existente entre la depresión, la inflamación y la microbiota intestinal. En esta entrevista, explica por qué tener en cuenta la flora intestinal nos permite replantear la atención psiquiátrica.
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Acerca de este artículo
¿Por qué la psiquiatría muestra interés por la microbiota?
Este interés es relativamente reciente. Surge a partir de trabajos publicados en los últimos 10 años que demuestran que ciertos factores de estrés alteran la barrera digestiva, haciéndola más permeable y permitiendo de esta forma el paso de bacterias intestinales a la sangre. Este fenómeno desencadena en el intestino la producción de moléculas inflamatorias, las cuales serían transportadas hasta el cerebro produciendo una alteración en el mismo. Esta inflamación altera la síntesis de serotonina, mensajero químico producido en el intestino y en el sistema nervioso central e implicado en la depresión. En lugar de producir serotonina, el cuerpo fabrica una sustancia tóxica que destruye las neuronas y las conexiones neuronales. Es de suponer que el desequilibrio de la microbiota intestinal podría desencadenar esta cascada de acontecimientos.
¿Cuál es la relación entre la microbiota y los trastornos del estado de ánimo?
Se ha observado que en personas deprimidas existe una representación excesiva de algunas familias bacterianas que no se encuentran en personas sanas, además de otras especies bacterianas asociadas a una mayor severidad del episodio depresivo. Es conocido que algunas bacterias intestinales sintetizan dopamina y serotonina, dos moléculas responsables, entre otras cosas, de la regulación del estado de ánimo. Un desequilibrio de estas bacterias afectaría al funcionamiento cerebral. Por lo tanto, la alteración de la microbiota intestinal podría estar relacionada con la aparición de una enfermedad depresiva y/o con la severidad de los síntomas. Este es el motivo por el cual mi equipo se dispone a estudiar la importancia de los probióticos en pacientes deprimidos: queremos averiguar si es posible mejorar los síntomas depresivos mediante la modulación de la microbiota.
¿Hay tan solo un paso entre la depresión y la adicción?
El vínculo entre la microbiota intestinal y la adicción merece ser estudiado. Hoy en día, la ciencia se interesa principalmente en la dependencia del alcohol, que sabemos con total certeza que altera la barrera digestiva. Hace algunos años, en Bélgica, un equipo de científicos mostró una correlación entre el consumo de alcohol, la dependencia y la microbiota: los pacientes dependientes cuya barrera digestiva ha sufrido una fuerte alteración son los que presentan trastornos depresivos y de ansiedad más graves y un mayor deseo de beber. Además, son los pacientes con mayor riesgo de recaída después de haber dejado el alcohol. Su flora intestinal también es diferente a la de los pacientes con bajo riesgo de recaída. Un equipo de investigadores franceses demostró que la pectina de la manzana (un tipo de carbohidrato presente principalmente en la piel y las semillas de la fruta) permite restaurar la barrera digestiva en roedores alcohol-dependientes. Este estudio prometedor fue el primero en demostrar que la alimentación puede ser un factor protector contra la adicción. Sin embargo, aún es demasiado pronto para extrapolar al ser humano estos resultados obtenidos en animales.