Adulto - La dieta mediterránea modifica la microbiota intestinal en personas mayores, reduce la fragilidad y mejora el estado de salud : el estudo nu-age
Artículo comentado - Adulto
Por el Pr. Harry Sokol
Gastroenterología y nutrición, Hospital Saint-Antoine, París, Francia
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Comentario sobre el artículo de Ghosh et al. Gut 2020 [1]
El envejecimiento viene acompañado de un deterioro de múltiples funciones orgánicas y de una inflamación que, conjuntamente, contribuyen a la fragilidad. Los autores y otros equipos ya habían demostrado que la fragilidad estaba asociada a las alteraciones de la microbiota intestinal, sobre todo en un contexto de un régimen alimenticio poco variado. La dieta mediterránea se asocia a un buen estado de salud. En este caso, los investigadores han querido averiguar si 12 meses de dieta mediterránea, reconocida por asociarse a un buen estado de salud, podía modificar la microbiota intestinal, reducir la fragilidad y mejorar las funciones cognitivas. Se estableció el perfil de la microbiota intestinal de personas no frágiles o prefrágiles en cinco países europeos antes y después de adoptar una dieta mediterránea adaptada a personas mayores durante un año (dieta NU-AGE). Los resultados demuestran que es posible mejorar el régimen alimenticio habitual para modular la microbiota intestinal, lo que favorece un envejecimiento con mejor salud.
¿Qué se sabe ya sobre este tema?
La fragilidad que acompaña al envejecimiento implica el decaimiento de varios sistemas fisiológicos y una activación persistente de la respuesta inflamatoria inmunitaria innata. La fragilidad puede incluir la aparición de una inflamación crónica de bajo grado, una alteración de la función cognitiva, sarcopenia y la aparición de enfermedades crónicas como la diabetes y la arterosclerosis. Se ha sugerido que la modificación de las pautas alimenticias, como la adopción de una dieta mediterránea, puede ser una importante estrategia terapéutica para combatir la fragilidad [2]. La dieta mediterránea se caracteriza por un mayor consumo de verduras, leguminosas, fruta, nueces, aceite de oliva, pescado, y un bajo consumo de carne roja, productos lácteos y grasas saturadas. La adherencia a este tipo de alimentación se asocia a una menor mortalidad y a un aumento de la actividad antioxidante, así como a una reducción de la incidencia de varias enfermedades y de la inflamación.
Varios estudios han demostrado que la adopción de esta dieta está vinculada a una reducción de la fragilidad. Más allá de la asociación negativa con la enfermedad, una adherencia más elevada a la dieta mediterránea se ha relacionado con cambios beneficiosos en la composición de la microbiota intestinal (reducción de la abundancia de proteobacterias, aumento de los niveles de producción de ácidos grasos de cadena corta [AGCC]). Sin embargo, en el mundo, pocas personas mayores siguen esta alimentación y un gran número adolece de una alimentación limitada asociada a una microbiota intestinal poco diversificada. Cambiar esto supone un gran reto, en particular en el caso de personas que viven en residencias geriátricas.
En trabajos previos, los autores utilizaron un análisis bioinformático para identificar a los taxones microbianos específicos que se pierden progresivamente durante la transición de una microbiota diversificada de personas sanas a una microbiota poco diversificada de personas frágiles. En un estudio reciente que analizó una intervención alimenticia de 6 meses suplementada con 5 prebióticos (hasta 20 g/día) en personas mayores, se modificaron varios taxones microbianos, pero no se observó ningún cambio en la diversidad global de la microbiota o en los marcadores inflamatorios. Por tanto, los autores determinaron que era necesaria una intervención dietética más drástica. El objetivo del proyecto NU-AGE era estudiar el efecto de la administración de una dieta mediterránea personalizada durante 12 meses a una gran cohorte de más de 1200 personas de 65 a 79 años, repartidas en cinco países europeos. Se observó una asociación significativa entre una mayor adherencia a la dieta mediterránea y una mejora en la capacidad cognitiva global y en la memoria episódica [3].
Además, se demostró que una mayor adherencia reducía el índice de disminución de masa ósea en personas con osteoporosis y mejoraba la función inmunitaria innata, la tensión y la rigidez arteriales [4-6]. En el presente estudio, los autores analizaron la microbiota intestinal de un subgrupo de pacientes del estudio.
¿Cuáles son los principales resultados aportados por este estudio?
En total, se analizaron 612 personas (289 testigos: 145 hombres, 144 mujeres y 323 con dieta mediterránea: 141 hombres, 182 mujeres). En el estado basal, se observaron diferencias en términos nutricionales y de microbiota entre los distintos países. Además, se detectaron asociaciones entre la dieta mediterránea y la microbiota intestinal. Entre los taxones asociados a una buena adherencia a la dieta mediterránea (DietPositive), se encuentra una sobrerrepresentación de especies como Faecalibacterium prausnitzii, Eubacterium y Roseburia, la mayoría de las cuales se asocia a un buen estado de salud (incluida la producción de AGCC y efectos antiinflamatorios). A la inversa, los taxones habían disminuido en caso de una gran adherencia a esta alimentación y algunos se asociaron con la diabetes de tipo 2, el cáncer colorrectal, la cirrosis o las enfermedades inflamatorias crónicas del intestino. Estos resultados sugieren colectivamente que la adherencia a la dieta mediterránea puede modular la microbiota en una dirección asociada positivamente a la salud.
Por último, los autores observaron que la abundancia de taxones DietPositive estaba correlacionada de forma negativa con ciertos marcadores inflamatorios (PCR ultrasensible – PCRas e IL-17), y con puntuaciones clínicas más altas en caso de fragilidad (puntuaciones de Fried, prueba de velocidad de la marcha). Al contrario, la abundancia de estos taxones se correlacionaba de forma positiva con una mejora de las funciones cognitivas (puntuación de Constructional Praxis, puntuación de memoria de BabCock) y con una reducción de fragilidad (apretón de manos) y de dos marcadores antiinflamatorios (adiponectina y sGP130). Se observó la tendencia opuesta con los taxones DietNegative (Figura 1). El análisis de perfiles de metabolitos microbianos inferidos indicó que el cambio de microbiota modulado por la alimentación se asociaba a un aumento de la producción de ácidos grasos de cadena corta/ramificada y a una menor producción de ácidos biliares secundarios, de p-cresol, de etanol y de dióxido de carbono.
Puntos clave
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El envejecimiento se asocia a un deterioro de numerosas funciones y a una inflamación que conducen a la fragilidad
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Un régimen alimenticio mediterráneo induce un aumento de la abundancia de taxones bacterianos que se asocian a una reducción de la fragilidad
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El papel del aumento de la producción de ciertos metabolitos bacterianos, incluidos los AGCC, se sugiere en los efectos positivos de la dieta
¿Cuáles son las consecuencias en la práctica?
Estos resultados confirman que la alimentación es un medio eficaz para actuar sobre el estado de salud, al menos en parte, mediante una modulación de la microbiota intestinal. Por supuesto, se puede aconsejar a personas mayores que adopten una dieta mediterránea, pero la viabilidad de una intervención nutricional así plantea preguntas a largo plazo. Este estudio, que ha identificado bacterias asociadas a los efectos beneficiosos de la dieta mediterránea, abre la vía a su utilización en forma de probióticos de nueva generación. Para esta indicación, habría que estudiar este tipo de enfoque basado en bacterias de la microbiota intestinal.
Conclusión
Este estudio pone de relieve las interacciones complejas entre alimentación, microbiota intestinal y salud. Sugiere que los efectos beneficiosos de una dieta mediterránea sobre la salud de las personas mayores pasan, al menos en parte, por una modulación de la microbiota intestinal..