Los primeros meses de vida son fundamentales para la colonización bacteriana de nuestro tracto digestivo y para el desarrollo de nuestro sistema nervioso. Puesto que existe una comunicación entre cerebro e intestino, es de suponer que la composición de nuestra microbiota intestinal desempeña un papel importante en el desarrollo de nuestro carácter.
La diversidad bacteriana, garantía de una buena salud emocional
Para probar esta hipótesis, un grupo de investigadores analizó la microbiota intestinal de 301 bebés a la edad de dos meses y medio y a continuación evaluó su carácter a los seis meses de edad. Para ello, los investigadores se basaron en un cuestionario cumplimentado por los padres cuyo objetivo era determinar la manera en la que su hijo expresaba y controlaba sus emociones. Sabiendo que son tres los factores que influyen en la diversidad bacteriana del lactante –el tipo de parto (vía vaginal o cesárea), la alimentación (pecho o biberón) y la edad materna– mientras que la riqueza bacteriana depende únicamente del tipo de alimentación, este estudio demuestra una correlación entre una mayor diversidad bacteriana y dos rasgos de carácter predictivos de posibles trastornos psíquicos futuros, a saber, una menor emotividad negativa (miedo, tristeza) y una menor reactividad al miedo.
¿Un carácter dictado por las bacterias?
Este estudio pone también de manifiesto diversas asociaciones específicas entre ciertos géneros bacterianos y el carácter de los lactantes. Por ejemplo, cantidades abundantes de Bifidobacterium y de Streptococcus y bajas cantidades de Atopobium estarían asociadas con una emotividad positiva, predictiva de un carácter extrovertido y de un buen manejo de las emociones. Por el contrario, una emotividad negativa estaría asociada a la presencia de bacterias Erwinia, Rothia et Serratia, estando también esta última relacionada con el estrés materno prenatal. La capacidad de reacción frente al miedo se asocia especialmente a un aumento de la cantidad de bacterias Peptinophilus y Atopobium. Los autores apuntan que, a pesar de poseer microbiotas muy semejantes, niños y niñas no tienen del todo el mismo carácter y sugieren por tanto, la existencia de una diferencia de sensibilidad cerebral a los efectos de la microbiota intestinal en función del sexo.
Conservar la salud mental
Dado que los rasgos de carácter pueden preceder varios años al desarrollo de trastornos psicológicos, los autores sugieren que estos resultados podrían tener un papel en la prevención temprana de los mismos en niños, siempre y cuando, sin embargo, se logre establecer una relación de causa y efecto, lo cual no fue así en el presente estudio.