El mosquito tigre (cuyo nombre científico es Aedes albopictus) es originario del sureste asiático pero se ha propagado rápidamente a todos los continentes. ¡La Antártida es la única en seguir resistiendo al invasor! La capacidad de la hembra para transmitir no menos de 19 virus diferentes (incluidos el dengue, chikunguña y zika) convierte a esta especie en una auténtica plaga sanitaria contra la cual se necesitan medidas urgentes.
Atraídos por ciertos tipos de piel
Se sabe que el sudor humano, entre otros, atrae a los mosquitos tigre. ¡Pero no cualquier sudor! Prueba de ello es que algunas personas son más propensas a sufrir picaduras mientras que otras parecen inmunes a estos chupasangre. Esta injusticia podría deberse a la concentración en el sudor de determinados compuestos volátiles responsables del olor de la piel (ácido láctico, acetona, etc.). Dado que tales compuestos son secretados tanto por las glándulas sebáceas como por las bacterias de la microbiota cutánea, la composición de esta última podría estar implicada en la propensión de determinados individuos a atraer al mosquito tigre.
Poder de atracción variable
Un equipo francés decidió investigar los compuestos asociados con el poder atractivo o repelente para las hembras del mosquito tigre, de las bacterias de la microbiota cutánea de 12 voluntarios. Primero descubrieron que tres bacterias presentes naturalmente en nuestra flora cutánea atraían a los insectos (Staphylococcus saprophyticus, Klebsiella rhizophila y Kylococcus sedentarius), mientras que otras dos los repelían (Corynebacterium tuberculostearicum y Staphylococcus hominis). Luego observaron una asociación entre las dos moléculas y las especies atractivas, pero únicamente en caso de secreción abundante; por el contrario, con concentraciones más bajas, existía una asociación con una de las dos bacterias repelentes.
Nuevas trampas olfativas
Según los autores, estos descubrimientos podrían abrir el camino hacia el desarrollo de nuevos métodos de prevención de picaduras de mosquitos tigre, basados en la inhibición del crecimiento de bacterias “atractivas” o la modificación de su capacidad de producción de compuestos volátiles que atraen a los insectos.